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Cambiar de Percepción, una ayuda en los problemas de matrimonio

Publicado por Malena

Cambiar de percepción e intereses Todos alguna vez hemos tenido situaciones difíciles de sobrellevar en nuestras relaciones afectivas.

Una medida saludable para recomendar en estos casos es tomar distancia de los problemas viendo las cosas desde otra perspectiva.

Esta es la única forma de solucionar un problema difícil de resolver, analizarlo desde otro punto de vista, más arriba.

Significa que más que ver la singularidad hay que ver la totalidad.

Una vez que alcanzamos ese nivel, ya no se puede retroceder, porque la evolución no regresa sino que avanza y todos, más adelante o más atrás, estamos recorriendo el mismo camino.

Nuestra almohada también nos ayuda en nuestras cuestiones afectivas. Basta irse a dormir, para lograr de noche en la cama lo que no se pudo resolver en el día.

Lo cierto es que parece que tomando distancia de los problemas, despreocupándose, rindiéndose, resulta ser más efectivo que enfrentar la dura batalla de todos los días.

En el caso de parejas estables, cuando el desgaste oprima los corazones, antes que la sangre llegue al río lo más saludable es proponer una separación razonable, unas breves vacaciones en soledad aviva el fuego que parecía extinguido y permite revivir el amor más confundido.

La libertad condicional es un recurso por todos conocido, y es lo mejor para mejorar y vigorizar una relación antes de darse por vencido.

Una experiencia de soledad, de independencia, libre de ataduras, nos permite valorar aún más la compañía, que en un momento hasta nos llegó a dar una sensación de opresión y asfixia.

En realidad, estar solo es una utopía, porque todos tenemos a alguien en esta sociedad, amigos, compañeros de trabajo, conocidos, parejas, vecinos o familiares que siempre nos obligarán a crear vínculos y alguna forma de compromiso. Y esto no se puede eludir, porque el otro es el espejo de uno mismo.

Un cuento para pensar

El brujo

Néstor Agüero estaba casado hacia quince años con una mujer más joven y le preocupaba que ella se mostrara distante y esquiva.

Para conseguir su interés, le recomendaron a un brujo muy efectivo y entonces decidió hacerle una visita.

El día de la entrevista se encontró con un viejo, que sin quitarle los ojos de encima y sin preguntarle nada, le dijo que su problema se resolvería si hacía dos cosas: tomar un baño de asiento de cuarenta minutos todas las noches antes de acostarse y colocar sobre la mesita de luz un libro que le gustara.

Le pidió que volviera al mes siguiente asegurándole que su problema estaría definitivamente resuelto.

Tal como se lo había prometido, Néstor Agüero regresó a los treinta días muy satisfecho.

Cuando el brujo le preguntó cómo le había ido, le dijo:

– Le tengo que decir con franqueza que los baños de asiento sólo me los di dos veces, porque después de cuarenta minutos mi señora ya estaba dormida y no pude comprobar la eficacia del tratamiento.

-En cuanto al libro sobre la mesita de luz, me ayudó a dormirme después de haberme desvelado, con mi trasero tanto tiempo debajo del agua.

Pero hay algo más, yo creía que no me gustaba leer y no sabe cómo disfruté de la lectura esas dos noches. Tanto es así que casi no llegué a acordarme de la indiferencia de mi mujer, que ahora me tiene sin cuidado.

Por eso, al día siguiente fui de nuevo a la librería para reservar otros libros porque ahora tengo la intención de armar mi propia biblioteca.

– Y su mujer? Qué pasó con ella? Le preguntó el viejo.

– Ah, si, mi mujer, ahora no me deja leer tranquilo.