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Cómo acabar con los efectos negativos de la queja

Publicado por Israel Rios

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Desde estas líneas nos gusta reflexionar con nuestros lectores sobre aspectos cotidianos que nos hacen más felices o más infelices. Nos gusta hablar de cómo afectan nuestros rasgos psicológicos en nuestra felicidad y algo muy importante, en la felicidad de quienes nos rodean.

En esta ocasión vamos a hablar de un rasgo muy común entre la mayoría de las personas en mayor o en menor medida y se trata de la queja. Un síntoma de la falta de adaptabilidad de la persona que emite la queja a las circunstancias que se van presentando.

Tengamos en cuenta que el saber adaptarse a las circunstancias nos ayuda a ser más felices por la misma regla de tres que el no saber adaptarse a las circunstancias implica ansiedad, ira, angustia, etc, en definitiva sentimientos muy negativos que se transforman en queja a través de nuestras palabras y de nuestros gestos.

Las personas que siempre se están quejando son aquellas que solo se centran en los aspectos negativos de cualquier situación omitiendo los positivos. Son gentes siempre insatisfechas con lo que les rodea incluso en la mejor de las situaciones por lo que son incapaces de sentir algo parecido a la felicidad. Imaginemos como pasarán por las peores situaciones de la vida estas personas, un auténtico reto que con esa actitud se torna completamente insuperable.

Las personas que se quejan caen con gran facilidad en la tristeza y en la depresión ya que cada vez lo ven todo más oscuro.

Están tan acostumbrados a la queja que asombra ver como ponen sombras incluso en las situaciones más idílicas. Son verdaderos especialistas en negativizar absolutamente todo. Podemos decir que son los que ponen un «pero» para todas las situaciones más aparentemente positivas.

Una característica de las personas con este rasgo psicológico es que jamás se centran en buscar una solución porque viven en un cierto equilibrio causando pena a los demás con sus angustias. Lo peor es que muchas veces lo consiguen y por eso es que siguen reforzando esa actitud.

Otra característica de ellos es que jamás o muy difícilmente van a reconocer su parte de responsabilidad o culpa ante la circunstancia de la que se están quejando. Podemos decir que tienen una visión muy distorsionada de sí mismos y viven con ella como si fuera una realidad sin ningún problema o atisbo de poder llegar a pensar otra cosa. Son eternas víctimas de sus parejas, familiares, amigos, vecinos, administraciones, etc y así lo manifiestan.

Si te has sentido identificado con esta descripción entonces tienes que poner en práctica algunos consejos para aprender a dejar de quejarte.

El primer paso es aceptar todo lo que no se puede cambiar. Debes de llegar a la conclusión de que se trata de una pérdida de energía absurda el quejarse de aquello que no se puede cambiar, si por lo menos nos quejamos de aquello que nos perjudica y que sí podemos cambiar y damos los pasos para poder cambiar entonces si que la queja tiene un sentido.

Deja de juzgar todo lo que te rodea, haz que tus expectativas sean reales, controla tu mente y logra centrarte en lo positivo.