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El Sexo Inteligente

Publicado por Malena

El Sexo inteligente

El sexo humano debe ser tranquilo y lento y en lo posible sin movimientos, porque el secreto para disfrutarlo es quedarse quieto.

El sexo es la característica que distingue a los individuos de una especie según sus órganos de reproducción, y que condiciona su crecimiento y desarrollo.

En el hombre, la cultura ha influido para que el cumplimiento de esta función natural produzca trastornos psicológicos importantes.

Algunas comunidades tribales realizan un ritual de iniciación cuando sus integrantes llegan a la edad de la pubertad, a partir de la cual pasan de ser niños a ser adultos, con la libertad de tener actividad sexual con el sexo opuesto desde ese momento.

No es considerada una etapa del desarrollo conflictiva ni crítica porque la viven como parte de un proceso natural que todos transitan sin problemas.

Son organizaciones sociales simples que no afectan a los adolescentes, diferente a lo que ocurre en las grandes ciudades occidentales, donde el paso de la niñez a la adultez es más difícil e incluye tener que atravesar una crisis.

Margaret Mead, conocida antropóloga estadounidense realizó a principios del siglo pasado, expediciones a la isla de Samoa, Bali, Nueva Guinea, para realizar estudios de campo sobre las relaciones que existen entre las culturas tribales y la formación de las personas, principalmente en lo referente a la sexualidad en la adolescencia.

La organización familiar es diferente, las mujeres trabajan la tierra, los hombres se dedican a la caza y a la pesca y la familia comprende un amplio espectro familiar que convive y donde los niños son cuidados por sus parientes, hermanas, tías o primas.

Los hijos ven a sus padres hacer el amor y aprenden sin sentirse afectados, experiencia que en sociedades más avanzadas podría ocasionar graves trastornos.

Las jóvenes solteras con hijos son valoradas más que las que no los tienen, porque la descendencia se considera un bien, como recurso económico, en tanto que en las grandes ciudades se avergüenzan de los embarazos no previstos y abortan.

Margaret Mead llegó a la conclusión que la crisis adolescente no es una etapa necesaria en el desarrollo sino que depende de la organización social.

El sexo en las grandes ciudades todavía sigue siendo un tabú. Los jóvenes parecen no saber todavía que las mujeres son diferentes a ellos y dan rienda suelta a sus necesidades sin ninguna consideración, porque el objetivo es la práctica del sexo sin otro significado más que el desahogo personal sin ningún interés en el otro.

Llenos están los consultorios psicológicos de mujeres desdichadas que se culpan a ellas mismas por no poder disfrutar del amor.

Lejos de interpretarse el sexo como lo que verdaderamente es, una función natural que brinda la oportunidad de expresar la culminación del amor de una pareja, se vive como un deporte que se ejerce como diversión o entretenimiento cotizándose al valor de mercado y favoreciendo el ejercicio de la prostitución.

A la mujer le resulta más difícil disociar el sexo del amor, por eso necesita el romanticismo y el ambiente glamoroso.

El sexo, que como la vida también es sagrado, se rebaja en las grandes urbes a la categoría de objeto de entretenimiento o para obtener ganancias.

La cultura, que se empeña en dividir, separar, y escindir la realidad, separa mente y cuerpo, ciencia y creencia, materia y espíritu y sexo e inteligencia. Porque el sexo y la inteligencia tienen que ir de la mano para vivir una sexualidad plena, responsable y de placer compartido.

El hombre es un ser cultural y no puede escapar de su condición de humano consciente, capaz de crear símbolos, que se puede cuestionar sobre la realidad y sobre si mismo.

Las culturas más antiguas consideran al sexo un ritual sagrado donde se despliegan las más refinadas artes del placer en función de la felicidad de la pareja. La dedicación, la delicadeza, el cuidado y el esmero en brindar atenciones al otro son mutuos. El apuro no existe, el ambiente es preparado de antemano para proporcionar el escenario adecuado y el aire se enriquece con esencias afrodisíacas que predisponen al amor.

El desarrollo de la cultura es lo que nos distingue de otros seres vivos y aprender a hacer el amor con inteligencia nos permitirá vivir una sexualidad más sana y normal que nos permitirá ser más humanos.