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«Psicosexualidad»

Publicado por Betina Ganim

Me referiré hoy a otro texto freudiano, “Sobre el psicoanálisis “silvestre”, de 1910, un artículo cuyo tema principal ya había abordado cinco años antes, pero que además contiene esa manera insistente de Freud de diferenciar la “neurosis de angustia” de la “histeria de angustia”.

Empieza relatando el caso de una paciente de unos 45 ó 50 años, que fue a verlo acompañada de una amiga mayor. El motivo de consulta era un extremo estado de angustia, que la paciente situaba a partir de la separación de su esposo hacía un tiempo.

Aun así, le dice a Freud que sin embargo se encontraba mucho más angustiada luego de haber consultado a un médico que le había dicho, respaldándose supuestamente en teorías freudianas, que su angustia provenía de su “privación sexual”. Y que entonces su angustia se resolvería buscándose un amante o masturbándose…

Es así que esta paciente, en este estado de cosas, acude Freud –en tanto creador de esa teoría por la que su médico le había indicado semejantes soluciones…y que tanto la habían angustiado.

Freud nos presenta esta viñeta clínica primero –él mismo dice-para estar advertidos de que cuando un paciente nos transmite algo sobre lo que le ha dicho el médico, hay que tener en cuenta esa relación transferencial que se arma, teñida las veces de sentimientos hostiles que pueden hacer que se desfiguren ciertas apreciaciones.

Por otro lado, dice Freud que se ocupará de que no sigan ocurriendo tales desviaciones en la práctica, de sus teorizaciones. Y que hay que aclararse en ciertos puntos.

Entonces, creyéndole a la paciente (no se trata de criticar al médico en cuestión; más cuando están imbricados temas sexuales) este médico incurrió en dos errores: uno, técnico, el que tiene que ver con haber abordado estos temas sexuales tan rápidamente y sin tacto con una persona mayor que tiene sus pruritos al respecto.

Y segundo, científico, ya que si así le dijo este médico, evidentemente no había comprendido la esencia y los fines de esta teoría.

Respecto de este error “científico” en el que cayó tal médico, tiene que ver con un saber más bien “popular” de lo que es la vida sexual (como si la sexualidad tuviera que ver con el coito) cuando ya hemos reparado en esto de que para Freud la sexualidad está tomada en un sentido más lato, más amplio.

Ya hemos dicho que la sexualidad para el psicoanálisis tiene que ver con todo lo relativo a los quehaceres sexuales tiernos que emanan de pulsiones sexuales primitivas, que luego son sofocadas por la represión. Es así, dice Freud que hablaremos de una “psicosexualidad”.

Y acota que aquellos que se digan practicantes del psicoanálisis no pueden desconocer esta ampliación del término “sexualidad”.

El otro malentendido, el error técnico que cometió ese médico, es en relación a la causa de las neurosis actuales, entre las que se encuentra la neurosis de angustia.

Estas neurosis actuales, según lo que había teorizado Freud, son causadas por un “factor somático de la vida sexual”. El médico supuestamente pensó que la paciente sufría de neurosis de angustia, por lo que le sugirió una “terapia somática”: una solución en el cuerpo digamos.

Este es otro error en el que suele caerse, dice Freud: que todo paciente angustiado padece de neurosis de angustia.

Para Freud, su diagnóstico más bien era de histeria de angustia, apuntando entonces a otra causa y otra modalidad de abordaje terapéutico.

Las indicaciones del médico no tienen que ver con el abordaje psicoanalítico, porque ¿Qué lugar para el psicoanálisis si lo que le ofrece el médico es un tratamiento vía la masturbación o via un amante?

Este es un claro ejemplo de las desviaciones que se producen cuando no se ha comprendido el fundamento de una teoría.