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Sexualidad anormal – Histeria de conversión y de angustia

Publicado por Malena

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Sigmund Freud fue un médico psiquiatra que investigó profundamente sobre la Histeria, en una época, a fines del siglo XIX, cuando esa patología era común en las mujeres.

Una de las causas más importantes de esta patología, es la represión, mecanismo psíquico que básicamente separa el afecto de la representación.

Aunque existen distintos tipos de histeria, la represión de la libido es su característica esencial.

Libido para Freud es la energía sexual, el instinto de vida, que es un concepto mucho más amplio que genitalidad.

Las dos formas sintomatológicas mejor aisladas son la histeria de conversión, en la cual el conflicto psíquico se simboliza en los más diversos síntomas corporales, pasajeros, como crisis emocionales con teatralidad, o duraderos, como anestesias, parálisis histéricas, sensación de bolo faringeo, etc.y la histeria de angustia en la cual la angustia se halla fijada de forma más o menos estable a un determinado objeto exterior (fobias).

Desde el punto de vista de la conducta sexual, el mecanismo de defensa es la seducción y el síntoma la impotencia en el hombre y la frigidez en la mujer.

La histeria de conversión era común en el siglo XIX, pero actualmente la presentación de estos síntomas ha disminuido. Sin embargo, en los últimos años se observa un incremento de ataques de pánico y fobias, tanto en hombres como en mujeres.

Aunque estemos o no de acuerdo con la teoría de Freud, sus libros son un ejemplo de claridad y elocuencia y cualquier persona puede acceder a ellos aunque no sea idóneo en la materia.

Fue el científico teórico que estudió más exhaustivamente el desarrollo sexual humano, y aunque su teoría no se haya demostrado según las condiciones que exige la ciencia, se estima que sus investigaciones han aportado una extraordinaria claridad a este tema.

Un caso clínico

El paciente se presenta por primera vez en mi consultorio. Se trata de un hombre de treinta años, soltero, alto ejecutivo de una empresa multinacional.

Sin abrir la boca, ni bien se sentó frente a mi, comenzó a aflojar su corbata y desabrochar su camisa. Mirando un punto fijo detrás mío, como hipnotizado, se sacó el saco y la camisa, quedando con el torso desnudo.

Mientras lo observaba recordaba cuánta razón tenían los profesores cuando nos decían que en el consultorio siempre teníamos que tener la precaución de estar cerca de la puerta.

Finalmente, este paciente se sacó también su cinturón, se bajó los pantalones y los calzoncillos y se quedó sentado frente a mi totalmente desnudo.

Manipulando sus genitales, que no mostraban excitación alguna, me dijo: -Esto es lo que me pasa, dijo, -no logro tener erecciones desde hace ya bastante tiempo.

Le pedí que se vistiera, porque no estaba respetando el encuadre de la entrevista y esto entorpecía su desarrollo y entonces me obedeció volviéndose a vestir de inmediato.

Este joven refirió que, hasta no hacía mucho tiempo, se había excedido en sus prácticas sexuales. Sus experiencias habían incluido hasta tres mujeres a la vez y en alguna oportunidad también hubieron hombres.

Se sentía asqueado y a medida que aumentaba la estimulación exterior sentía que disminuía su carga endógena.

Estaba siempre solo porque todas sus relaciones eran ocasionales, y tenía miedo. Quería casarse, tener hijos, pero no lograba por ningún medio una pareja estable.

Había visitado a muchos psicólogos y en todas las entrevistas había hecho lo mismo, pero nunca había podido iniciar un tratamiento.

Fue la primera y la última vez que nos vimos.