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Cuidar al cuidador

Publicado por María Gómez

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Cuidar de otra persona enferma agota a cualquiera. Cuando un miembro de una familia enferma y se origina una situación de dependencia, hay otra persona de la familia que sin siquiera darse cuenta, se convierte en cuidador. En general, este trabajo suele ser invisible y poco valorado. incluso por los  mismos familiares.

Si bien cuando acontece esta situación, para el cuidador es un acto de amor desinteresado y podríamos decir que hasta gratificante porque aplacar de alguna manera el sufrimiento de la otra persona nos hace sentir útiles.

Sin embargo, paralelamente se va produciendo un desgaste emocional y físico importante que va minando al cuidador poco a poco. Los desequilibrios generados pueden alterar sustancialmente la calidad de vida del cuidador y como consecuencia, sufrir el síndrome del cuidador quemado.

Por otro lado, se produce un daño colateral que no es otro que el eventual rechazo hacia el enfermo al que cuida. No puede evitar culpar a esta situación vital de los cambios que sufre su proyecto vital, en sentido negativo, claro. Por lo tanto, como resultado de este malestar, será inminente una lógica disminución de la calidad de los cuidados proporcionados.

Por tanto, estamos ante un trastorno importante que debe ser considerado y atendido y que, además, es responsabilidad de todos los que están relacionados con el caso concreto de alguna manera.

Los cuidadores soportan mucha presión que no es canalizada ninguna manera por lo que tendrán frecuentes episodios de angustia, llegando a padecer depresión.

A nivel social, también ven reducida sus salidas con amigos y sus relaciones familiares y, poco a poco tienden a aislarse, aún cuando sea de manera involuntaria. El carácter se agria al sentir una gran frustración interior.

Si conoces a alguien en esta situación, no pierdas de vista los siguientes consejos.

Cuidar de una persona enferma agota. Entonces, lo más natural será también pedir ayuda.  Esto no es síntoma de debilidad, todo lo contrario. Así que, no hay motivo de culpa ni de vergüenza por sentir que le fallan las fuerzas.

Aunque la vida te haya obligado a ocuparte otra persona, esto no significa que tengas que olvidarte de ti mismo.  Tienes derecho a cuidar de ti también a dedicarte un tiempo,  y a tener momentos de ocio. Por lo tanto, búscalos y disfrútalos.

Es necesario tener un tiempo a la semana en el cual no tengas contacto directo con la persona dependiente y puedas solucionar tus asuntos propios y tener tu parcela de vida independientemente de tu faceta de cuidador.

Busca desahogo emocional cuando lo necesites. Si crees que estás saturado y así lo sientes, busca desahogarte con una persona de confianza o con un profesional si lo prefieres, pero es importante liberar toda esa tensión.

Gestiona tu tiempo y las tareas a realizar organizándolas por prioridades. Controlar el tiempo en las actividades de una forma adecuada, disminuye la sensación de ansiedad.

En la medida de lo posible, es más que recomendable que el paciente realice las actividades diarias rutinarias de forma activa siempre considerando su estado general.  Liberar de pequeñas tareas durante el día al cuidador, colabora en el mantenimiento de una actitud positiva.