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La Pareja y su relación con los Parientes

Publicado por Malena

Los celos de los parientes se enfrentan con uñas y dientes.

La Pareja y su Relación con los Parientes

El matrimonio produce algunos inexplicables cambios en la relación con la familia de origen de ambos cónyuges, porque parece ser que cuando los vínculos eran difíciles y ya parecían agotados, luego del casamiento tienden a reanudarse con nuevos bríos como por encanto.

Las mujeres son las que más se apegan a sus familias después de casadas y las que continúan con mayor interés conectadas a ellos. En tanto que en el caso de los hombres, algunos pueden quedar pegados a sus madres.

El problema no reside en el hecho de mantener los vínculos, ya que esto favorece la necesidad del sentimiento de pertenencia tanto de los padres como de los hijos; sino en pretender darle prioridad a esas relaciones en detrimento de la relación de pareja; o sea darle la razón a mamá o a papá e ignorar la opinión de la esposa o del marido.

La intimidad es una parte reservada, personalísima y muy importante de los asuntos, responsabilidades, o afectos, en este caso de la vida de una pareja, y además, es un derecho insustituible e intransferible.

Esta intimidad se pierde cuando dichas cuestiones se trasladan a otros fuera del grupo familiar, haciéndolos partícipes de los propios problemas y obligaciones.

Cada nueva pareja tiene el derecho de vivir según su propia filosofía, de frustrarse y equivocarse, sin interferencias de ninguna clase y sin necesidad de aprobación externa alguna. Mantener las razonables distancias con los parientes debería ser una prioridad, para evitar discusiones, malos entendidos, invasión a su intimidad y el problema crucial de los celos.

A veces las parejas sólo se pueden casar con la ayuda de los padres y esta situación parece generar en muchos casos una obligación moral para con ellos que excede los límites y sacrifica la necesaria privacidad.

Si el departamento lo compran los padres, pueden creer que es necesario y lógico que tengan una llave; pero siempre deberá ser con la condición de mantener la privacidad a toda costa, para evitar que se tomen la libertad de entrar y salir cuando lo deseen. Por eso es mejor no darles ninguna llave, salvo en el caso que sea indispensable.

Desalentar estas conductas de ataque a la privacidad y abuso de confianza por ser sus hijos, no es fácil, pero se puede, porque éstos son siempre los problemas que conlleva la dependencia económica, situación que entorpece las relaciones en lugar de propiciarlas.

La mejor forma de resolver las dificultades de una pareja es hablando en terreno neutral, sin testigos, los dos solos, diciendo cada uno cómo se siente, siendo sinceros y honestos entre ellos, y sin seguir las directivas de ningún otro comedido que se ha enterado antes de lo que les pasa. Si de esta manera no logran solucionar sus problemas lo más indicado es consultar con un especialista, que es el más apto para ver la situación desde afuera.

Las personas que recurren a sus padres para resolver sus problemas no han podido cortar el cordón umbilical con ellos y se encuentran atados a su protección y apoyo.

Es necesario tomar las riendas de la propia vida y asumir el compromiso de tomar las decisiones que correspondan cuando se forma una familia, para disfrutar de ella sin necesitar bastones ocasionales que impidan el desarrollo de una vida propia.

Cuando una persona se casa o bien inicia una vida en común en forma estable con una pareja, es necesario que cambien sus prioridades.

El marido para la mujer y la esposa para el hombre deberán estar en el primer lugar, luego, en el segundo lugar están los hijos, en el tercer lugar, estarán los padres de cada uno y en cuarto lugar sus hermanos.

Esta jerarquía permitirá una relación familiar óptima, evitando problemas tanto con los padres como con los hijos.

En muchas familias desavenidas, es común que exista una jerarquía de roles equivocados, los hijos para la mujer suelen estar en primer lugar y luego por lo general siguen en importancia sus padres, ocupando el marido el último lugar; o bien el hombre pone en primer lugar a su madre, luego a sus hijos y por último a su mujer.