Psicología
Inicio Orientación Vocacional La Carrera de Escritor

La Carrera de Escritor

Publicado por Malena

la-carrera-de-escritor

Los amantes de la palabra escrita pueden estudiar la carrera de Letras y obtener la licenciatura y el profesorado en esa especialidad.

El Licenciado en Letras se desempeña en el área literaria y lingüística, puede trabajar como asesor en equipos de producción y programación de cualquier medio de comunicación, escribir libros o guiones de obras de teatro, cine o televisión, trabajar en editoriales o dedicarse a la crítica literaria.

En Argentina se puede estudiar esta carrera en la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde tiene una duración de cinco años y se reciben de Licenciados en Letras, y cursando las materias pedagógicas de profesor en letras.

También existen estas carreras en las Universidades Nacionales de Morón, de Lomas de Zamora, de la Plata y en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca.

En universidades privadas, se puede cursar en la Universidad Católica Argentina y la Universidad del Salvador.

Si bien la demanda laboral para los egresados de estas carreras no es mucha, la televisión es un medio que necesita de estos profesionales, no solamente para escribir guiones o corregir textos sino también como expertos en lo referente a la literatura de las distintas épocas históricas, géneros, escuelas, autores, etc.

Con respecto a la tarea de guionista, el más famoso escritor de guiones norteamericano, Robert McKee, profesor de escritura creativa, actor, dramaturgo y director teatral, creador de varias series televisivas de éxito; y autor del libro “El guión” que es de lectura obligatoria en las escuelas de cine de Estados Unidos; hace 25 años que dicta un seminario a nivel mundial sobre la mejor forma de escribir una buena historia, al que han asistido casi todas las personalidades de Hollywood que se dedican a esta tarea.

McKee, que es también consultor de empresas como Disney, Miramax, Paramount y Microsoft, está convencido que hoy en día los mejores guiones de nuestros tiempos, en su país, se escriben para la televisión.

La televisión mueve grandes sumas de dinero, los escritores son también productores y trabajan en equipo, pueden tener mayor libertad creativa y profundizar más en los caracteres de los personajes.

Por otro lado, la televisión, cuyo costo de producción es más barato, es el medio ideal para las historias en episodios, que suelen ser de larga duración y a veces durar muchos años, lo que permite una mayor estabilidad laboral.

Para McKee, la narrativa televisiva plantea particularmente temas sociales y puede combinar varios géneros.

Lo ideal es que los televidentes se sientan identificados con los personajes y puedan verlos como seres humanos reales que tienen los mismos problemas que ellos.

McKee recomienda en su seminario distintas pautas que no debería omitir ningún escritor para conseguir el éxito; como por ejemplo que el protagonista no debe ser liberado de los conflictos durante la trama, que no hay que empeñarse en simplificarle la vida, que no es conveniente agregar a los textos palabras redundantes, que el público debe saber lo mismo que el héroe, que hay que respetar al público y no subestimarlo, que el autor debe conocer en todo sentido el universo que crea, que hay que lograr un alto grado de complejidad en los relatos, que se debe llevar al límite a cada personaje, que hay que aprender a no ser obvio y que hay que estar dispuesto a borrar y a volver a escribir.

En la actualidad no se hacen trabajos con un solo autor, por lo general un guionista es convocado por la producción, pero el proyecto no es solo suyo, sino que participará de un equipo de escritores que estarán dirigidos por el productor que generalmente también es escritor y que es el que tomará las decisiones que tengan que ver con el desarrollo de la historia.

Después de todo él es el que invierte y arriesga el dinero, mientras los escritores son contratados por lo general para realizar su trabajo desde la sombra.

Fuente: Diario Clarín, Suplemento Espectáculos, nota de Fernando Longo, setiembre 2009