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Escisión del yo

Publicado por Betina Ganim

Hoy voy a hacer un comentario sobre un texto de Freud en el que me referenciaré en un trabajo que estoy haciendo para un cartel del que participo en la EOL (Escuela de Orientación Lacaniana) en Argentina.

Se trata de un tardío ensayo de Sigmund Freud, aparentemente escrito a fines de 1937; un ensayo inconcluso que aparece publicado después de su muerte, en 1940, en la Revista Imago.

Comienza cono su «no saber»; no sabe si lo que dirá allí es algo ya sabido o algo nuevo, aunque se inclina más por esta última opción: que se trata de una novedad. Veamos de qué se trata.

Freud nos plantea el supuesto caso de un niño cuyo yo estaba acostumbrado a ser satisfecho en momentos de exigencias pulsionales poderosas, y que de repente, «súbitamente», una experiencia, un acontecimiento le marca que esa satisfacción conllevará un peligro real que no podrá casi tolerar.

Ante esto, o el yo renuncia a la satisfacción, o niega esa advertencia y prosigue en su afán de satisfacción. Leemos entonces aquí la presencia de un conflicto: entre la exigencia pulsional y el peligro real.

Pero, nos dice Freud, el supuesto niño no sigue un camino ni otro, sino que más bien que simultáneamente conjuga ambos caminos: por un lado, rechaza el peligro real y rechaza la prohibición; por otro lado y en el mismo momento, reconoce el peligro y el miedo como síntoma, e intenta despojarse de él. Una ingeniosa solución, señala Freud.

Lo interesante de todo esto es que esta ingeniosa solución no es sin un pago, sin costo. Se paga (por esta solución que implica que los dos caminos reciban lo suyo, digamos) Se paga con una escición del yo, un «desgarro», imposible de curar. Al contrario, este desgarro se va profundizando a medida que el tiempo pasa, nos vaticina Freud.

Es así que hay una persistencia de aquellas dos reacciones contrapuestas, en los que es el hueso de esa escisión del yo.

Aquí Freud nos dice que aquella función que siempre se le había adjudicado al yo, esa función de síntesis, aquí falla, porque tal función sintetizadora está condicionada por elementos azarosos que exponen al yo a diversos trastornos.

Vayamos a la clínica -pareciera proponer Freud. Nos presenta una viñeta clínica, un caso de un niño que conoce los genitales femeninos en una escena de seducción por parte de una niña un pcoo más grande que él. A partir de allí, la excitación continúa hasta la masturbación, hasta que súbitamente lo sorprende su niñera, quien lo amenaza con castrarlo si sigue en esos menesteres.

La amenaza reactualiza aquel primer momento traumático: la visión de los genitales femeninos. De alguna manera, le recuerda que es posible tal castración que conlleva la amenaza. Digamos que en ese momento él cree en la posibilidad de que sus genitales sean cortados…Cree en ese peligro real de la amenaza, pero abandona en parte tal satisfacción, porque se crea como sustituto un fetiche. No se continúa tocando su pene con las manos, pero transfirió la importancia del mismo a otra zona de su cuerpo.

De allí, un síntoma que ese niño produjo y que conserva hasta el día en que va a ver a Freud: una suceptibilidad ante la posibilidad de que le tocaran los dedos del pie…

Lamentablemente el texto, tal cual dije el principio, está inconcluso, pero aún así arroja unas cuantas enseñanzas, al menos en lo que respecta al acontecimiento traumático.

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FUENTE: Freud, S. «La escición del yo en el proceso de defensa»