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Castración y significante fálico

Publicado por Betina Ganim

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En el post anterior había anticipado aquello que Jacques Lacan había abordado en su Seminario 4, Las relaciones de objeto, a saber esa trilogía que se entienden como tres modalidades de la falta en relación al Edipo: privación, frustración, castración.

De las dos primeras me ocupé la semana pasada (los remito al post anterior) y esta vez le toca a la Castración; esta es una operación simbólica que da cuenta de la falta de un objeto: el falo imaginario. Es en este plano que el sujeto queda involucrado en la dialéctica del «don» y el intercambio a nivel simbólico.

Decimos a partir de aquí que la entrada del sujeto en el inconsciente, el precio que tiene que pagar con su entrada en lo simbólico, implica una falta en términos, en este caso, de pérdida. Esta pérdida se da a nivel d ella privación como fundante, es decir, en tanto que funda al sujeto en su inscripción al Otro, en el campo del Otro. Así, el sujeto adviene a su existencia simbólica en función de una pérdida, un sacrificio de su propio «se». Esto porque en el Otro no están todos los significantes, al Otro le falta un significante que es justamente ese que representaría al sujeto.

Es en el Seminario 6, El deseo y su interpretación, que Lacan construye el grafo del deseo, o termina de presentarlo, ya que en el Seminario 5 había hecho algunas precisiones, más que nada en torno a cómo es que se le ocurrió la idea de construir este gragfo, a partir de qué.

Pero en el curso del Seminario 6 podemos ir situando la pérdida que sufre el sujeto a la vuelta de su inscripción en el campo del Otro: la pérdida del falo. Esta privación de ser, de ser el falo,tiene como efecto el surgimiento de ese significante especial, privilegiado: el significante fálico, como esa parte que ha sido sacrificada (simbólicamente) del sujeto.

Este significante fálico tendrá entonces la función de suplir ese punto de falta en el Otro. Se trata de un significante velado, oculto, que no se lo encuentra ahí donde se lo espera, sino que está siempre en otra parte. Su aparición más bien coincide con el lugar del sujeto barrado, es decir, en el lugar del sujeto desaparecido. En ese lugar de la cadena en que el sujeto está fugado.

Por otro lado, tenemos la cuestión del objeto implicado, el objeto de deseo. Este objeto es aquel que toma el lugar en el fantasma de lo que el sujeto está simbólicamente privado: el falo.Es así que el sujeto está, sostenido en su fantasma, por su relación con eso que no es…

Es por eso que si el sujeto se revela como no sabido, esto se debe a que en su origen, está alojado en el lugar de la falta del Otro; es decir, en aquel lugar donde el saber es imposible, en término universales.

Para terminar, podemos decir que la privación da cuenta de la constitución subjetiva; d ella constitución del sujeto en términos de alienación y separación, esas operaciones que Lacan abordará recién en el Seminario 11.

FUENTE: EXTESIÓN 5. CÁTEDRA DE PSICOPATOLOGÍA. UNLP, ED. DE LA CAMPANA. LA PLATA, ARGENTINA