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Cuerpo, goce, histeria y posición femenina

Publicado por Betina Ganim

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El cuerpo para la biología tiene un estatuto al que hice algunas aproximaciones en el post anterior.

Si vamos al campo del psicoanálisis, la referencia ya la encontramos en Sigmund Freud, desde los inicios, cuyo primer paso fue la separación que hizo entre «síntoma-cuerpo del discurso médico», con lo que él mismo inaugura como un «cuerpo definido por el sentido y el goce» que se expresa de modo sintomático.

Podemos decir que para Freud todo tiene una carga afectiva, y que el yo se libera de ella por dos vías: por la reacción motora o por un trabajo psíquico de asociación. Es así que el cuerpo quedará marcado «en más» por la pulsión; es decir, con un exceso.

Esa separación que estipula Freud, desde entrada, con el discurso médico, pone en primer plano que existe un sentido inconsciente que está enraizado en el cuerpo; desde allí sienta los fundamentos del discurso analítico.

Si vamos a Lacan, el cuerpo es introducido vía la significantización, que sería lo mismo que decir que se trata de un cuerpo mortificado. Ahora bien, más adelante Lacan dirá que el sinthome es la incidencia del goce sobre ese cuerpo significantizado. Esto está más allá del fantasma, dirá Lacan (que queda ligado al cuerpo mortificado)

Lacan dice que «lalengua» produce de esta manera a ese cuerpo animado por el goce, es más, hay una cita muy conocida de Lacan, de su Seminario 20 («Aún») donde dice que si sabemos lo que es estar vivos es porque tenemos un cuerpo y ese cuerpo goza.Esto también implica una parte inquietante de ese cuerpo, y ahí Lacan en «La tercera» habla de la angustia, como algo que se sitúa justamente en el cuerpo. Y Jacques-Alain Miller, en este sentido nos propone pensar el goce como un afecto en el cuerpo.

Cada vez que hablamos de cuerpo en psicoanálisis es inevitable la referencia a la histérica, al cuerpo histérico que encontramos por todos lados -en principio- en los historiales clínicos freudianos; síntomas en el cuerpo que claro que tenían otrora su particularidad. Hoy en día difieren en su forma, y en su lógica, algo a lo que estará que estar advertidos en tanto analistas.

En tiempos de Freud ese cuerpo histérico daba testimonio de que había algo que no funcionaba entre el significante y el cuerpo, en una lucha extenuante por no ser reducido al significante amo. La histeria hace existir el goce del Otro en la Otra mujer o en el Padre. Y esta manera de tratar el goce del Otro no es más que una defensa frente al Otro goce. De ahí que no debe confundirse «histeria» con «posición femenina».

En la posición femenina hablamos de un goce que plantea frecuentemente las dificultades con el Otro barrado (A/). El consentimiento del goce Otro conlleva aceptar una profunda división, ya que ese goce divide a la mujer, siendo Otra para ella misma.

Del lado del sujeto histérico, el rechazo a consentir ser el objeto causa de deseo (que lo vemos como esos casos de «rebeldía») se podría pensar del lado del funcionamiento, como una defensa ante ese goce Otro.

FUENTE: REVISTA FREUDIANA NÚM. 63. ELP. Barcelona.