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Cuerpo y Lenguaje

Publicado por Betina Ganim

cuerpo y lengVoy a referirme esta vez a la disyunción entre cuerpo y lenguaje que encontramos en la primer enseñanza de Jacques Lacan. Luego habrá reformulaciones, pero paso a paso.

Tenemos un primer punto en el que opera esta disyunción, y es el que Freud llama “identificación primaria” o “incorporación”, sirviéndose del mito del Padre de la horda primitiva.

Lacan lo que hará será profundizar la formalización de tal incorporación como incorporación de la estructura del lenguaje en el viviente.

Esta incorporación de la estructura del lenguaje tiene sobre el cuerpo un efecto preciso, que es la separación del cuerpo y del goce; principio que podemos llamar su evacuación, su vaciamiento, el hecho de que este goce esté reservado a ciertas zonas, zonas a las que conocemos, con Freud, como “zonas erógenas”.

Lo que hay que tener en cuenta de todo esto, es que el cuerpo es un sistema cuya unificación depende de la articulación significante, del lenguaje. Es decir, cuando el cuerpo incorpora lo simbólico, esa captura significante tiene efectos sobre su goce. Testimonio de esto nos lo ofrece, por ejemplo, la histeria: en el mismo momento en el que lo simbólico recorta al cuerpo, el goce se separa de él.

Los goces, tanto del objeto a minúscula como el goce fálico, son goces separados del cuerpo, a los que el sujeto se liga como va pudiendo, y se constituyen a partir de “caídas”.

Tenemos un estatuto de fuera-de-cuerpo del goce, lo que es especialmente sensible en la función fálica.

Dirá Lacan primera época de su enseñanza, que es a través del menos phi que se conectarán el cuerpo y el goce. Aquí, como señalé al principio, la noción de cuerpo nos es tanto cuerpo real sino cuerpo del lenguaje que sostiene incluso la imagen del cuerpo.

Esta función de dar cuerpo al goce es sumamente importante porque le hace un límite al goce, que de otro modo, sería infinito.

Tenemos el ejemplo del fantasma: el fantasma, dice Lacan, estabiliza la relación del sujeto con el goce; porque el falo, en el fantasma, permite transformar goce en placer, dándole así, cuerpo al goce.

Además, es importante entender que el lenguaje no solo tiene un efecto en el cuerpo, sino también en la mente. El lenguaje es una herramienta poderosa que puede ser utilizada para manipular, controlar y definir nuestra realidad. Lacan argumentaba que el lenguaje es un sistema de signos que crea una realidad simbólica, una realidad que es más real que la realidad misma.

En este sentido, el lenguaje es una forma de violencia simbólica que puede ser utilizada para dominar y controlar a los individuos. Esta violencia simbólica puede ser tan poderosa que puede llegar a determinar la forma en que percibimos y experimentamos el mundo.

Por otro lado, el lenguaje también puede ser una herramienta de liberación y empoderamiento. A través del lenguaje, podemos desafiar las normas y estructuras de poder existentes y crear nuevas formas de entender y experimentar el mundo.

Esto nos da pie para decir que toda cura que vaya por el lado de resolver todas las cuestiones por medio de las identificaciones, como pretenden los postfreudianos, son subjetivaciones forzadas.. porque volviendo todos los síntomas y las angustias al plano de la identificación terminan aplastando el síntoma.

Lo que se puede traducir clínicamente de esto es que el sujeto ya trae identificaciones forzadas; por eso el análisis va más allá de las identificaciones; es lo que llamamos “atravesamiento del fantasma”: vaciar de goce al fantasma. Y con esto hay todo un planteo ético-clínico: si preferimos pacientes gozantes o deseantes…

Finalmente, Lacan en su enseñanza reúne los tres registros del falo: imaginario, simbólico y real. Por lo que en lo que se refiere al falo en su tres estatutos, dirá en sus Escritos 2 que el órgano eréctil simboliza el lugar del goce. Y esto no como él mismo, ni siquiera como su imagen sino como una parte que falta de la imagen deseada.

FUENTE: Kait, G. Sujeto y Fantasma.

Lacan, Escritos 2.