Psicología

El instante

Publicado por Betina Ganim

Jacques-Alain Miller utiliza en una conferencia que da en Buenos Aires allá por 1983, un ejemplo literario para dar cuenta d ela cuestión fantasmática.

Él considera que este ejemplo alude a ese instante fantasmático en que se produce esa fijación del sujeto a una posición particular, que escribimos de manera universal así: $ (losange) a.

El primer término de esta escritura es lo que conocemos como sujeto del significante, que como tal, no tiene un lugar, ya que es movedizo, por lo que el lugar que ocupa será siempre equívoco (esta es una particularidad del significante, de lo simbólico)

Si hablamos del fantasma, tal como lo vemos en esta escritura, sí que hay un lugar para ese sujeto, que lo ubica en un lugar fijo, recóndito, singular, que hasta puede llegar a la ridiculez -esto lo verificamos cuando contamos nuetsro fantasma a alguien y el otro se ríe de nuestra «pavada» tan particular…

Pero, ¡ojo! Que cada uno tiene su «pavada»…cada uno tiene su fantasma.

En esta Conferencia Miller nos trae ese instante fantasmático en la historia de Diana y Acteón.

Diana and Actaeon

Es como un tipo de fantasma compartido, ese «momento de ver» que nos transmite Lacan, y que nos ofrece la literatura barroca: ver a la diosa denuda, y los efectos que tiene ese acto.

Esta historia de Diana y Acteón nos verifica varias cuestiones: la belleza sorprendida, la mirada (los ojos de los perros, los ojos del cazador)

Ese «losange» que relaciona ambos términos heterogéneos en el fantasma (sujeto del significante, y objeto, real) implica una marca, una escritura que fija al sujeto a un objeto particular.

Esta historia -trataré de resumirla a nuestros fines- se trata de un cazador, Acteón, que perdido en la selva, en uno de sus caminos, descubre a la diosa Diana bañándose, entre sus ninfas, totalmente desnuda.

Es por esto, que la diosa lo convierte en ciervo, y Acteón termina siendo devorado por los perros.

Parece que hay muchísimas ilustraciones de este momento; incluso de antes y después.

Diana es la diosa virgen, a la vez que carece de piedad y llena de maldad. Diana es cazadora (aunque en esta historia resulte «cazada» por Acteón) Acteón además de cazador, podemos decir, es un fisgón.

Diana no solo es virgen, sino que además representa un rechazo por el casamiento, por ser «casada-cazada».

Es en este sentido que Diana se escapa, como sujeto, ante el deseo del Otro (¿se trata de una histérica?)

Y si Diana es una figura mitológica es porque justamente quiere que el Otro sexo permanezca ahí, en tanto Otro; y ella se dedica a estar entre sus ninfas.

Diana rechaza al hombre. En este sentido podemos hablar de histeria.

Miller ensaya: ¿y si Diana fuera fóbica? Bien, en ese caso, los perros estarían ahí, como acompañantes contrafóbicos, antes de que Acteón pudiera siquiera acercarse. En ese momento, cuando el deseo del Otro se hace manifiesto, los perros ya estarían ladrando delatando el acercamiento del intruso. Lo llamativo es que en la fobia, los ladridos de los perros no se dirigen al Otro, sino al propio sujeto…

Con Lacan decimos que en la fobia se trata de un deseo prevenido: los perros ladran antes de que Acteón se acerque.

Seguiré con este ensayo en el siguiente post.

FUENTE: MILLER, J-A. «Conferencias Porteñas» Tomo I