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Identificación y fenómeno libidinal

Publicado por Betina Ganim

ser de analista

Esta frase la encontramos en el escrito de Jacques Lacan que vengo transmitiendo estos últimos posts, «El estadio del Espejo como formado del yo (je)tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica».

Repasando los tiempos en los que Lacan discrimina la experiencia del estadio del espejo, podemos resumirla en tres:

T1: VISIÓN Y RECONOCIMIENTO DE LA IMAGEN EN EL ESPEJO.

T2: LA EXPERIENCIA DE JÚBILO QUE LE PRODUCE ASUMIR ESA IMAGEN COMO PROPIA,

T3: UN MOMENTO DE CIERRE QUE TIENE QUE VER CON FIJAR, con DEJAR CONGELADA LA IMAGEN EN SU VERSIÓN MÁS PERFECTA.

Decía que hay que destacar esto de que lo que hay en juego es un organismo aún precario, por lo que, al tratarse de un organismo que no está preparado, ese reconocimiento imaginario supera las limitaciones de ese organismo. Es esto lo que nos permite aislar este fenómenos de la identificación con algo de otro orden: con un orden libidinal.

Entonces podemos decir que la visión de la imagen tiene las mismas características que describimos las experiencias de la etología. Así, el niño capturado por su imagen, se identifica a ella, dice Lacan, se toma por esa imagen.

¿Cómo teoriza Lacan esta experiencia?

Él va a utilizar dos conceptos de la teoría psicoanalítica:

1) El fenómeno libidinal

2) La identificación

Ese cuerpo fragmentado e incoordiando del infans -ese cuerpo que era organismo- a partir de haber asumido esa identificación imaginaria, adquiere una unidad. Es a partir de entonces que nosotros podemos describir al estadio del espejo con dos letras, en una relación polar:

a-a»

Polar porque podemos decir que el imaginario humano comporta una polaridad, en tanto:

-o se trata, en un polo, de la unidad, de la totalidad de la identificación, de la coordinación;

-o se trata, en el otro, de manera velada, esa fragmentación corporal.

Es a partir de allí que desde el psicoanálisis ubicamos una dimensión fundamental del imaginario humano, que es el cuerpo propio que Freud llamaba narcisismo y con mucha razón lo vinculaba a la superficie corporal. Porque en la identificación, no se ven las tripas, los huesos, los órganos internos… eso queda velado a nivel del organismo o de lo real del cuerpo.

Es decir, eso no entra con la imagen especular, porque si en una reunión de amigos, digamos por ejemplo, uno se levanta de la mesa y empieza a abrirse y sacarse las tripas…los demás no podrían libidinizar esa imagen. Una escena que en sus coordenadas imaginarias uno suele sentirse muy a gusto, etc., pero de repente eso produciría que se arme un espanto terrible y nadie se quedaría en la escena…

Es por eso que para Lacan, la observación del psicólogo Köller, demuestra que se trata más bien la identificación de un fenómeno libidinal, que no se reduce a lo orgánico, y que además nos permite muy bien ubicar el orden causal: la imagen como causa, y la unificación del cuerpo como efecto, con esa experiencia de goce concomitante.

Lo que ocurre en el niño es igual. También hay en ese espejo en que se mira, otras cosas se refleja del entorno, pero el niño se discrimina. Lacan dice que es una «imago» específica y que es propia de la especie humana dentro de los fenómenos de identificación homomórfica, ésta es específica del ser humano.

Otra diferencia con otras especies, es que ninguna necesita de la identificación para construir su cuerpo; y eso es lo que hace que en la especie humana se hable de un “inacabamiento”, prematuración.

FUENTE: DAMIANO, J.M. «Desde la perspectiva del cuerpo». Cita ediciones. La Plata, 2013