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La angustia del final

Publicado por Betina Ganim

entarada en analisis

En relación a los recorridos de la cura, a la lógica misma de la cura -de la que vengo hablando hace un tiempo en el blog, retomando el Seminario que Juan Carlos Indart diera en el año 1993 en Neuquén, Argentina- tengo que decir que en lo que llamamos el paso o la fase 3 en una cura, pude conducir a alguien que «entiende mal» este carozo de la ley de su vida, y lo desarrolla luego en una posición más cínica.

Es un fin de análisis, pero tampoco era algo que le interesara a Lacan, porque no adviene en el sujeto un deseo como analista. Pero a lo largo de todo un análisis, a veces uno se va haciendo una idea del «stock» que le ha tocado en términos de determinismo, y esto mismo puede dar una idea, entonces se llega a la conclusión d e que no vale la pena seguir buscando.

El énfasis, en el sentido más didáctico de la cuestión, debería ponerse en el otro platillo de la balanza, porque cuando llega ese momento, ese momento «3» de la cura, todos los analizantes se hacen los «listillos» y todos quieren salir… Ocurre que hay que detectar una angustia vinculada a qué significa seguir analizándose a esa altura, cuando ya está «todo bien». Y ahí es donde el analista puede hacer puntuaciones y empujar para que siga… Esto solo se juega si hay en el analizante un hilo de deseo o no; porque no se trata de que el analista tenga ahí una varita mágica para usar…

En la viñeta clínica que les había traído la semana pasada, el paciente obsesivo llega a un punto irreductible en su análisis: «yo soy eso». Y podemos plantear ¿cómo trabajar eso para volver a una desubjetivación? Pues bien, es esa una señal que indica la posición del sujeto; una posición más bien de angustia, en la que el sujeto comienza a rever toda su vida, y que algo a nivel del Ideal debe caer para ella. Y si cae eso, también caerá lo que la motivó en su análisis, porque este sujeto puso su división subjetiva y su análisis consistía en darle una respuesta a ese mismo unto, y ya no la va a tener. Esa es la diferencia.

Y del lado del analista, lo que cuenta es su acto, que no es uno solo, son varios…

Esto tiene que ver con la ubicación en transferencia de ese punto final. Lo que es interesante de destacar es que un analizante, desde ese lugar, empieza a entender la construcción de su vida; es decir, que todos los recorridos que ha hecho en su análisis se explican por ese punto. Y hay angustia. Un punto de certeza que a la vez indica cierta vacilación en su posición. Se trata del fantasma, de la vacilación fantasmática. Podemos decir que muchos otros fantasmas le han vacilado anteriormente, y que corresponden exactamente a ese istmo punto. Podríamos decir que en el caso del paciente que vimos, se redujo esa cantidad inmensa d exoras en la que se la pasaba cavilando, y eso se lee como un logro del análisis, debido al vaciamiento de esa posición; pero queda un carozo que todavía no se resuelve…

FUENTE: INDART, J.C. Seminario «La lógica de la cura», 1993