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Lacan y el Superyó

Publicado por Betina Ganim

superyo y lacanYa Lacan en su tesis de psiquiatría, que conocemos como el caso Aimée, contribuye a la clínica del superyó.

Ese caso se resuelve, dice Miller, en una cura que no tuvo que ver con el terapeuta -que no tenía otra función que la de espectador- sino que lo que cura a Aimée es algo del orden del acto, o del pasaje al acto, mejor dicho: ataca a una actriz a la salida del teatro. Ataca al otro que aparece como perseguidor en su delirio. Ataca a su ideal que está en el exterior, a esa imagen ideal que odia.

Pero el hecho de haberla atacado no implica que se la haya sacado de encima, pero ese acto de Aimée reduce sin dudas su delirio. Lacan aduce que no es precisamente el acto del ataque en sí, sino los efectos, las consecuencias que tuvo este ataque para ella, en tanto fue castigada por haber cometido tal ataque hacia la actriz.

Así, este Lacan psiquiatra deviene al psicoanálisis con su tesis. Se sirve entonces del concepto del superyó como mecanismo de autopunición. Y circunscribe la paranoia de Aimée en una categoría nueva, una categoría que él crea: la «paranoia de auto – punición»; una paranoia superyoica.

En su tesis Lacan plantea que Aimée se satisface cuando se la castiga; él habló de pulsión autopunitiva. Puede resultar "facilista" su tesis, pero esta es la entrada de Lacan en el psicoanálisis.

Podemos decir, siguiendo a Miller, que su primera clínica tiene que ver con el superyó.

Para de alguna manera defender su tesis, Lacan inventa, crea esta nueva categoría clínica para oponerla a la paranoia reivindicativa cuyo origen se ubicaba en una detención en la evolución de la personalidad.

Lacan apuntaba a otra cosa. Otra causa.

El tema del Bien como valor moral es cuestionado por el psicoanálisis, y esto está fundamentado en la obra de Freud con la instancia superyoica. Antes de que Hartmann y su psicología del yo barriera con esa instancia prohibitiva que es el superyó (los remito a los dos post anteriores sobre el tema) el superyó pone en cuestión al Bien como valor moral, ya que el sujeto mismo se vuelve contra este supuesto valor.

Así, Lacan ha dedicado todo un seminario a la ética, y la ética del psicoanálisis, al tener en cuenta al superyó y su paradoja, verifica que no se trata del Bien en juego para el sujeto, en tanto es harto verificable en la experiencia que el sujeto se adhiere a cuestiones que no le hacen bien.

En este sentido, el superyó corre en la misma serie que la pulsión de muerte, que Lacan retoma y llama «goce» como un bien que nada tiene que ver con el bienestar, sino que más bien se separa de esta categoría.

En el escrito lacanianao «Kant con Sade», si bien no está la palabra «superyó», está descrito a partir de Sade, en tanto una experiencia de goce como fundamental.

Y la demostración, a partir de Kant, de que el superyó es esa conciencia moral de la que hablaba Freud.