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Las excepciones

Publicado por Betina Ganim

Hoy he elegido el primero de los tres apartados que constituyen un texto freudiano de 1916, que se llama «Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo analítico». Los tres apartados que luego se reuniron bajo este título, fueron originalmente tres ensayos publicados en la revista «Imago».

Allí Freud, en la introducción dice que al médico que trabaja en pscoanálisis le importa saber del «carácter» de su paciente; pero aún más le importan los síntomas y y la satisfacción pulsional en juego.

Aún así, aclara Freud, que según la «técnica» psicoanalítica, es preciso primero dirigirse a otras cuestiones, como lo es el carácter, que aparece en escena como una defensa. Freud allí considera que si existen resistencias del paciente en el trabajo que hace el analista, se deben a su «carácter».

Y aún dice más, que ese carácter que se pone en juego allí no siempre es el que caracteriza más a paciente en otros vínculos de su vida cotidiana, sino que muchas veces el carácter que surge allí sorprende al mismo paciente. excepciones

Es así que Freud se dispone en este texto a investigar tres tipos de carácter, y remitirlos a sus orígenes:

1) Las «excepciones»

2) Los que fracasan cuando triunfan

3) Los que delinquen por conciencia de culpa

Hoy me dedicaré a transmitirles sobre el primero de estos caracteres.

Freud comienza diciendo que el paciente debe avanzar desde el principio de placer al principio de realidad en su desarrollo de niño a adulto. Es así que el paciente debe renunciar a satisfacciones inmediatas. Lo que no significa que deba renunciar a «todo» el placer, sino solo a esas prácticas de placer que conllevan un daño o una molestia posterior.

Aun así, el médico se encuentra siempre con estos pacientes que consideran que ya han sufrido bastante como para ahora tener que renunciar, por lo que se consideran «excepciones»; es así que hasta se muestran decididos a seguir siendo «excepciones».

Claro, el médico que se sostenga en su técnica sin escuchar esta «excepción», no conseguirá seguir por ese camino; tendrá que rastrear el origen de esa «excepción».

Es una posición que a la vez reclama privilegios, y Freud dice que hay un elemento común en los pacientes que él ha investigado, y que se remite a la más temprana vida infantil: una vivencia que los había afectado en su temprana infancia, la cual ellos habían padecido pasivamente, y declarándose inocentes ante esa injusticia acometida contra ellos.

Es así que luego se formó en ellos una especie de rebeldía y arrogancia que luego más tarde complicaron los conflictos que formaron su neurosis.

Dice Freud que, al ser un ensayo no puede desplegar más detalles de historias clínicas, por lo que prefiere recurrir a una figura literaria para ilustrar esto que nos trae, y nos dirige al monólogo que introduce Ricardo III, de Shakespeare.

Allí, considera Freud, ese monólogo insinúa y nos deja a nosotros el trabajo de abordar esa insinuación.

Y termina diciendo que las «excepciones» que pretenden las mujeres van por esta misma vía explicativa: ellas se consideran humilladas sin causa en su infancia «cercenadas de un pedazo» (¿castradas?)lo que lleva al odio que muchas veces tienen las mujeres con sus madres: el haberlas traído mujeres al mundo…