Psicología
Inicio Psicoanálisis Narcisismo

Narcisismo

Publicado por Malena

narcisismo

Este es un término tomado de la mitología y que significa el amor a la imagen de si mismo.

Sigmund Freud, utiliza esta palabra para explicar la homosexualidad, que comienza con el narcisismo para luego trasladar la elección de objeto (aquella cosa o persona que satisface una pulsión) a jóvenes como él, en el caso del varón, recreando el amor que le tuvo su madre a él.

Este descubrimiento llevó a Freud a tener que admitir una fase intermedia en el desarrollo sexual entre el autoerotismo y el amor objetal; cuando el sujeto toma a su propio cuerpo como objeto de amor, lo que le permite unificar las pulsiones sexuales.

Basándose en el principio de la conservación de la energía reconoce un equilibrio entre la libido del yo y la del objeto, o sea que cuanto más se incrementa una más disminuye la otra.

El yo es la instancia del aparato psíquico que actúa como reservorio de la libido (energía) y el narcisismo desde el punto de vista estructural ya no se trata de una etapa evolutiva sin que aparece como un estancamiento de la libido en el sujeto.

Freud distingue un narcisismo primario (antes de la relación de objeto), cuando no existe ninguna relación con el ambiente, o sea cuando no hay diferenciación yo-no yo; como por ejemplo, la vida intrauterina.

El narcisismo secundario es el que se establece en forma simultánea a la formación del yo, por identificación con el otro, o sea un narcisismo provocado por la vuelta al yo de la libido retirado de los objetos, ya que el yo está siempre dispuesto a aceptarla.

Para Freud, el narcisismo primario es un estado precoz en que la carga de la libido está en el mismo sujeto, un estado absolutamente anobjetal o indiferenciado, que no distingue entre el sujeto y el mundo, que supone al mismo tiempo la creencia del niño en la omnipotencia de su pensamiento.

Mientras que en el narcisismo secundario es el retorno al yo de la libido puesta en los objetos y que puede apreciarse en las psicosis (hipocondría, delirios de grandeza, narcisismo esquizofrénico) formando una estructura permanente en el sujeto.

Melanie Klein sostiene que desde un principio el niño establece relaciones objetales, por lo tanto es inadecuado hablar de fase narcisista, pero sí se pueden considerar estados narcisistas, que se caracterizan por la vuelta de la libido hacia las imágenes de los objetos que se han internalizado.

En las psicosis (neurosis narcisísticas), se ponen en evidencia que el yo puede recargarse retirando la carga energética del objeto, comportándose igual que un organismo unicelular cuando emite seudopodos.

Este proceso de retorno lo señala K. Abraham, poniendo como ejemplo la demencia precoz, que se caracteriza por la vuelta del sujeto al autoerotismo, tomándose a si mismo como único objeto sexual y trasladando toda la energía al yo, que las personas normales orientan hacia los objetos tanto animados como inanimados.

La libido para Freud es la energía capaz de producir transformaciones de la pulsión sexual, permitiendo que se desplace hacia o desde los objetos; con respecto al objetivo (por ejemplo en la sublimación la energía se desplaza a un interés socialmente aceptable); y también de zona erógena.

Jung tiene un concepto más amplio de la palabra libido y la designa como la energía psíquica general que se encuentra presente en toda tendencia o apetito.

Freud en cambio no la reduce a una energía mental inespecífica sino que si bien considera que puede ser desexualizada, principalmente en las cargas narcisistas, esto se produce siempre en forma secundaria, cuando se renuncia a la meta específicamente sexual.

La libido tiene su fuente en las diversas zonas erógenas y luego el yo, como totalidad la reserva y se comporta como una fuente de donde emanan todas las catexix (energía que se une a una representación) hacia los objetos externos.

Fuente: Diccionario de Psicoanálisis de Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, Editorial Labor S.A., Barcelon, 1071