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Saber o no saber

Publicado por Betina Ganim

SócratesHe venido comentando, respecto de la transferencia (tema que ha ocupado varios de mis últimos posts) que el psicoanálisis, la clínica psicoanalítica no es sin la transferencia.

En última -y en primera- instancia se trata de un saber: que «no hay relación sexual». Este axioma es en al enseñanza lacaniana mucho posterior a aquel algoritmo de la transferencia del que les hablé en el post inmediatamente anterior a este.

Lo que sí es claro es que la demanda de análisis se produce en una vacilación fantasmática que produce una conmoción tal en el sujeto que no queda otra que formular la demanda, y un posterior encuentro con un analista.

El encuentro con el analista no va a estar en función del saber del analista, sino en función de que algo del orden del fantasma fundamental puede ponerse en juego en ese encuentro. Es apartir de ese encuentro que se constituye aquello que Freud llamó «neurosis de transferencia» (los remito al post en el que hablo de este tema)

Es entonces que suponer ese sujeto al saber no es más que la figura del amor en la entrada. El saber devendrá lógicamente después, pero será necesario que antes exista la emergencia del tercero: el Inconsciente como discurso (Discurso del Amo)

Es solo a partir de su emergencia que puede abrirse la pregunta ¿Qué me quiere?, que dará lugar a la «asociación libre».

Es claro también -para quellos que hemos travesado la experiencia de un análisis- que, del lado de aquel que emprende este camino, todo está orientado a hacer existir «la relación sexual», que exista la respuesta total del Otro.

Lacan en su seminario sobre La Transferencia (Seminario 8, 1960 – 1961) toma a Sócrates en el Banquete de Platón, partiendo del conocido popular «Solo sé que no sé nada». Una paradoja que no está para nada alejada de la figura del analista, quien tiene que saber hacer funcionar su propia ignorancia, su no saber, para que el saber aparezca del lado del analizante. No se trata de «no saber» sino de «saber que no sabe» (tal como lo dice lacan en su «Nota italiana», «saber ser un desecho»)

Muchas veces lo que lleva a pedir un análisis es la idea de felicidad, un ideal compartido por varios…Y el analista en principio debe recibir esta demanda como tal, aunque no esté dispuesto, claro está, a responderla. Porque esa demanda suele devenir luego de una desdicha amorosa, y se intenta, vía el analista, restituir esa falta.

Retomando a Sócrates, ante los elogios de Alcibíades, aquel dice que no es hacia él, sino hacia Agatón, señalando de alguna manera que el objeto que causa su deseo se encuentra en otro sitio…

Es así que en lo que se refiere al manejo transferencial, al analista está advertido, digamos que también participa el saber del analista en este sentido, que el objeto está en otro lugar. El analista sabe que enmascara el objeto que está en causa para ese sujeto, pero a la vez sabe que no tiene que ser él el que lo desenmascare, porque no sabe cuál es. Eso será el trabajo del sujeto analizante.

FUENTE: Las estrategias de la transferencia en psicoanálisis. Ed. Manantial.