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Teoría de la identificación

Publicado por Betina Ganim

Cuando Freud escribió “Duelo y melancolía”, en 1915, fue necesario revisar la temática de la Identificación.

Es un concepto del psicoanálisis que ha tenido sus revisiones y sus vueltas en la teoría psicoanalítica.

En la introducción del citado artículo, James Strachey hace una acotado pero claro recorrido que quiero transmitirles.

En sus inicios, la identificación para Freud estaba relacionada con la fase oral, con esa fase canibálica primitiva en el desarrollo libidinal de un sujeto.

En “Tótem y Tabú”(1912-13) tenemos una de las referencias más importantes en lo que hace a este primer abordaje, en relación al vínculo entre los hijos y el padre de la horda primitiva. Cuando los hijos devoraban al padre, en ese mismo acto había identificación.

En sus “Tres Ensayos de teoría sexual”, escrito en 1905 y publicado en 1915, hallamos una descripción de Freud de esta fase oral, como la referencia principal de lo que más tarde será ese proceso psíquico fundamental como es la identificación.

En este texto, la identificación está considerada como un proceso anterior al que atañe en la elección de objeto. La identificación está tomada aquí como la primera manera que tiene el yo de diferenciar un objeto exterior. Así, dice Freud, el yo se devoraría a ese objeto, teniendo en cuenta la fase en que esto ocurre, como dijimos.

Más tarde, con el giro que se produce en la obra de Freud (que conocemos como el giro de los ’20) en uno de los textos sociológicos de Freud, “Psicología de las masas y análisis del yo”, publicado en 1921, Freud dirá que la identificación es anterior a cualquier elección de objeto, y que incluso se diferencia de ello.

Más bien sitúa esta identificación como un retorno de la fase oral.

Es en esta conceptualización de la identificación en la que Freud enfatiza más, como veremos en un texto un poco posterior, de 1923, “El yo y el Ello”, en el cual Freud sostiene que la identificación con los progenitores no tiene que ver con la elección de objeto; sino que se trata de una identificación directa, y aún primera, anterior a cualquier elección de objeto.

Él intenta diferenciar esta relación del niño con sus padres tomados como objetos de amor, de esa primordial identificación con ellos.

Más allá de la rigurosidad teórica que encierra este concepto, y los recorridos y lecturas posibles que pueden hacerse de él, es un término que nos permite ubicar estas cuestiones identificatorias en las diversas patologías, y estamos de acuerdo con que es un tema del que los psicoanalistas nos servimos clínicamente.

La identificación es lo que luego Lacan releerá en su teoría sobre el Estadio del Espejo.

Eso ya exige otro capítulo.

Pero quisiera terminar diciendo que hay que destacar que el tema de la identificación nos habilita muchos temas para repensar, más aun en nuestra época, en la que hay una falta de referentes a identificarse…

Hoy en día tenemos que hablar de nuevas patologías, de nuevos síntomas, de angustias modernas.

Y la identificación y su conceptualización nos dan herramientas para abordar estas patologías de la identificación que constatamos en la clínica de la época.