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La intención paradójica o cómo neutralizar el miedo

Publicado por María Gómez

person-1220027_1280El ámbito de las técnicas psicológicas es amplio y variado. La intención paradójica es una de esas técnicas curiosas, incluso divertidas, que generan en el paciente un impacto por medio del efecto sorpresa.

Normalmente,  la raíz de los de los desequilibrios y los trastornos emocionales suele ser el miedo a experimentar miedo.  Básicamente, tendemos a sentir miedo sólo con evocar la situación temida, por tanto, evitaremos por todos los medios confrontarla. Anticipar ese miedo va a bloquear cualquier estrategia de afrontamiento, lo cual nos llevará a un bloqueo tan paralizante que nos hará percibir una gran incapacidad para resolver la situación.

El revulsivo de esta técnica consiste en solicitar al paciente que provoque esa situación estresante y desee vivirla. Así, se expondrá al miedo frente a frente, voluntariamente. Como es natural,  la reacción del paciente suele ser de desconcierto y de rechazo. Como si el terapeuta hubiera perdido el sentido común.

Imagina que le tienes miedo al agua y tu terapeuta te indica que al acercarte a la orilla de la playa o al borde de la piscina, te digas a ti mismo que lo más seguro es que acabes ahogado,  que te hundirás en lo más profundo y no vas a poder salir, o que al zambullirte te vas a quedar paralizado y no vas a saber nadar. Aunque te parezca mentira lo más probable es que te sientas más calmado, Ya que el ejercicio tendrá un efecto contrario.  E por ésto que se llama intención paradójica. Su valor reside en que es el paciente el que el que efectúa la acción al tiempo que la recibe, por lo tanto vive en primera persona la tensión ante una situación y simultáneamente se percata de que es desproporcionada así que automáticamente aquella disminuye su potencia. Como consecuencia el círculo vicioso se rompe porque no es compatible tener miedo de algo con provocar un miedo conscientemente, y queda finalmente  neutralizado.

Su finalidad no es otra que es ridiculizar nuestros temores ante nuestros ojos. Sin duda, El efecto terapéutico Es formidable.

Por otro lado, se trata de una técnica que no posee un patrón fijo de aplicación puesto que dependerá mucho de la situación a tratar del  las características del paciente y de la pericia y creatividad del terapeuta. Es muy importante saber cuándo aplicarlo y cómo, ya que si se emplea de forma incorrecta el problema puede verse agravado. Además, hay que tener en cuenta que el efecto sorpresivo se debilita considerablemente tras la primera práctica.

En general todos aquellos planteamientos que no cumplen con las expectativas previas de las personas suelen provocar un impacto generando cambios. Cuando se rompen las contingencias, se originan nuevas circunstancias y esto debe ser aprovechado al máximo en las intervenciones puesto que este punto de inflexión determinará el éxito de la técnica.

Otra gran ventaja es que se puede aplicar a personas de distintas edades desde niños hasta ancianos. Sin emnargo, no debe ser la primera opción terapéutica sino que es preferible reservarla para cuando otras técnicas no han funcionado. Habría que tratarla como la joya familiar que sólo te pones en ocasiones especiales.