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Psicología de las Narraciones

Publicado por Malena

psicología de las narraciones

Todavía sobreviven antiguas historias que han seducido a incontables generaciones y que han trascendido las épocas, los idiomas y las culturas.

Las narraciones populares no eran solamente una simple forma de pasar el tiempo, sino también un modo de transmitir emociones, conocimientos y costumbres, y de difundir creencias e de influir en las decisiones.

Las historias relatan la vida de otras personas, en distintas circunstancias y permiten que los que escuchan sepan lo que ocurre en su comunidad además de sus propias experiencias.

Una narración puede sumergir a las personas en un mundo imaginario que se puede vivenciar como real sin correr ningún riesgo.

Es una forma de aprender cómo se hacen las cosas en un determinado contexto, las reglas que hay que observar, las transgresiones y sus consecuencias y las formas de interactuar con los otros.

Una historia ejerce una importante influencia y puede motivar, convencer y movilizar emociones, además de propiciar la identificación con sus protagonistas.

Contar cuentos es una práctica universal que existe desde el principio de los tiempos en todas las culturas.

Las narraciones constan de una temática común donde se suele describir:

1) el ámbito donde se desarrollarán los acontecimientos, con amplios detalles para el oyente se pueda transportar con la imaginación a ese lugar;

2) las características de los distintos personajes que serán los protagonistas, su condición social, su personalidad y sus vínculos

3) la serie de acontecimientos, peripecias, aventuras y experiencias que vivirán esos actores, casi siempre movidos por la fuerza del destino.

Toda la gama de las tragedias humanas son los temas recurrentes en las narraciones de todas las épocas, motivaciones individuales que se ven afectadas por intervenciones intencionales que atentan contra el logro de sus propósitos, o por oscuras emociones como los celos, la envidia, las ambiciones, los amores contrariados y el bien y el mal batiéndose a duelo en una constante y eterna lucha.

Las historias que sobreviven a las generaciones, no sólo contienen una trama posible sino también permiten que la audiencia se involucre emocionalmente y lo transporte a otra realidad que tal vez podría ser también la suya.

La psicóloga Melanie C. Green, de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, realizó un estudio en 2004, que demostró que la experiencia emocional que despierta una historia se relaciona con la experiencia de vida que está atravesando el que escucha.

También pudo descubrir que las personas con mayor capacidad de empatía se sumergían con mayor facilidad en la trama, sin importar el tema de que se trataba.

Este fenómeno también se observa en el efecto que producen algunas ideas publicitarias que apelan al mundo emocional de la gente.

La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, atribuyéndole intenciones u otros estados mentales.

Recién a los cinco años, los niños son capaces de realizar este proceso mental de adjudicar pensamientos a otros.

Esta capacidad es la que permite contar historias a partir de cualquier estímulo.

El mundo imaginario también sirve a los humanos para entrenarse en las habilidades sociales.

En un estudio realizado en el área de la psicología cognitiva en 2006 en la Universidad de Toronto, Keith Oatley, se pudo detectar que existe una relación entre la afición a disfrutar de las narraciones y la mayor capacidad de empatía y habilidades sociales en la vida real; porque al parecer, las historias actúan como simuladores de prueba.

Las investigaciones reflejan similitudes universales que sugieren la existencia de una psique compartida basada en una biología común subyacente, desarrollada a través de la evolución del hombre.

El amor romántico, por ejemplo, podría tener raíces en nuestros antepasados y puede tener una base biológica en el cerebro que crea esas expectativas.

Fuente: Revista Investigación y Ciencia, Mente y Cerebro, Jeremy Hsu.