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SOS Psicofármacos

Publicado por María Gómez

sos-106826_1280Lo más fácil cuando nos encontramos un poco decaídos o nerviosos, es echar mano de pastillas. Para dormir, para poder funcionar, o para relajarnos la mayoría de la gente conoce, mejor dicho, cree conocer qué píldoras son las mejores para cada caso. Con frecuencia, las amigas, las vecinas, los compañeros de trabajo nos «recetan» el medicamento que necesitamos. En efecto, no debemos olvidar que se trata de MEDICAMENTOS y que es el médico el que mejor sabrá cuál es el que nos conviene según la afección que presentemos.

Los profesionales de la salud, entre los que se encuentran los psicólogos, precisan tener unos conocimientos básicos sobre farmacología puesto que suelen estar muy asociados a los tratamientos psicológicos, complementándose en aras de conseguir la mejor recuperación del paciente.

Así, para tratar la depresión con el objetivo de tener una alta tasa de remisión se ha comprobado que la combinación de tratamiento farmacológico con antidepresivos sumado a psicoterapias específicas es la más efectiva. No obstante, resulta significativa la cronificación de esta endermedad y las elevadas tasas de recurrencia que presentan en la actualidad.

Además de para la depresión, los antidepresivos están indicados para tratar dolencias como trastorno obsesivo-compulsivo, fobias, estrés postraumático, bulimia, entre otros.

En relación a los antipsicóticos, queda sobradamente reconocida su capacidad para tratar la psicosis reduciendo los delirios y alucinaciones propias del trastorno. También tienen un efecto sedante que colabora en el tratamiento equilibrante en esquizofrénicos, psicosis delirante, reactiva, o depresivo-maníaca.

Los ansiolíticos o hipnóticos son potencialmente peligrosos cuando se consumen repetidamente por su gran poder de dependencia. Por tanto, el control del consumo restringiéndolo a períodos cortos requiere ser suplementado por una intervención psicológica en entrenamiento de relajación o de manejo del estrés, así como de la psicoterapia adecuada.

En cuanto a los estabilizadores del humor, el campeón para tratar la manía o los trastornos bipolares es el litio. Sin embargo, el control sanguíneo para evitar la toxicidad deben ser rigurosos para impedir que se sobrepasen los niveles terapeúticos.

El comercio ilegal de psicoestimulantes ocurrido durante años ha provocado que se prohibiera su comercialización. Actualmente, los controles de las recetas de estos fármacos son tan numerosos que prácticamente no se administran. Sólo hay un ámbito para el que se ha demostrado la eficacia, que es el trastorno por déficit de atención con hiperactividad encontrando fórmulas con menos capacidad de adicción.

Además, nos encontramos con el mayúsculo desafío de la psiquiatría moderna: la demencia. Las investigaciones son todavía muy recientes pero sí existen ciertos fármacos antidemencia compuestos por donecepilo y rivastigmina que han evidenciado cierta efectividad en el retraso del deterioro en pacientes con Alzheimer.

Por último, el incesante aumento de diversas dependencias ha precisado de una línea de fármacos dedicados a tratarlas. Aunque, por un lado, se contemplan fármacos específicos para el alcoholismo, o la adicción a opiáceos, por el otro, se deben combinar diferentes psicofármacos según el cuadro clínico presentado por dependencias a anfetaminas, cocaína, cannabis y demás drogas.

Recordamos que el psicólogo no es médico, por tanto, no se le permite recetar medicamentos. Lo más recomendable, eso sí, pasaría por trabajar estrechamente con el psiquiatra para elaborar conjuntamente el plan de actuación para cada paciente de manera individualizada. Asimismo, usemos la razón y evitemos automedicarnos sin conocimiento alguno de los efectos secundarios que nos pueden causar los medicamentos destinados a tratar trastornos mentales aún siendo leves.