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Hombres Inmaduros

Publicado por Malena

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Lucas es único hijo, sus padres se separaron cuando él tenía 16 años.

La separación de los padres deja una huella emocional muy profunda en los hijos, que si son sanos psicológicamente tendrán la fortaleza necesaria para recuperarse y seguir adelante.

Lucas fue un hijo consentido, ya que era el único y era de esperar que demorara más tiempo en madurar del todo, pero adquirió el hábito de aferrarse a su condición, de hijo de padres separados, para justificar su inoperancia.

Tenía un título secundario que lo habilitaba para trabajar en el área de comercio y estaba cursando la carrera de biología.

A los veinte años se fue a vivir con una chica mayor que él y abandonó sus estudios.

Comenzó a trabajar gracias a los contactos que ella le consiguió, como socio en una pequeña empresa.

Trabajó muy bien durante el tiempo que duró su relación con su novia, pero ni bien se separaron, sus socios le hicieron el vacío y tuvo que renunciar.

Lucas hacía tiempo que ya tenía otra relación. Era una chica salteña que estaba trabajando en Buenos Aires buscando nuevos horizontes.

Se fue a vivir con ella y decidió continuar sus estudios.

Una vez que se recibió, decidieron irse a vivir a Salta y casarse.

La familia de la esposa los ayudó y los alojó en un departamento que construyeron para ellos, en su casa.

Aunque él ya tenía su título de biólogo, no pudo conseguir un trabajo y por otro lado, no estaba conforme con la vida de provincia porque consideraba que no tendría posibilidades de progreso.

Aunque tuvieron un hijo, las cosas no cambiaron. Los tres vivían con la ayuda de los padres de su mujer y Lucas seguía con la idea de volver a Buenos Aires.

Finalmente decidió irse solo a probar fortuna.

En Buenos Aires tampoco era fácil conseguir un cargo como biólogo, sin ninguna experiencia.

Conoció a una chica, más grande que él, dispuesta a alojarlo en su departamento del barrio de Belgrano, mientras él trataba de solucionar su problema laboral, y se fue a vivir con ella. Por supuesto, no sabía que era casado y menos aún que tenía un hijo.

Lucas mantenía contacto con su mujer por Internet, conformándola con falsas excusas.

Su nueva novia lo ayudó a intentar otra actividad laboral que fuera de su agrado. Confiaba en él porque lo amaba, sin sospechar que la estaba engañando.

Arriesgó un dinero que tenía ahorrado y le dio la oportunidad de participar en una empresa de exportación como socio de unos amigos.

Lucas no sabía mucho de exportación y además no le gustaba estar en una posición de inferioridad con respecto a sus socios. Sin embargo, trataba de hacer su parte y de interesarse en el negocio.

Hasta que un día, su mujer decidió viajar a Buenos Aires para verlo.

Lucas había repetido la historia y parecía que ésta terminaría igual que la anterior.

Ni bien su novia se enteró de todo, lo echó de su casa y además hizo lo necesario para que dejara su trabajo; mientras su mujer, decepcionada y furiosa tampoco quiso saber más nada de él.

Actualmente, Lucas vive en una pensión en San Telmo, y se mantiene haciendo algunas changas. No se lo ve deprimido, ni siquiera desmejorado o abatido.

Sale de noche, de buen humor y bien vestido, a recorrer las calles del centro, con el deseo inconsciente de repetir su historia.