La Inmoralidad
El señor Bell, un senador de los Estados Unidos, tiene un hijo de 15 años que asiste a un colegio privado de alto prestigio, institución que logra sostener su elevado nivel de desenvolvimiento, con la ayuda económica que brindan grandes empresarios y políticos.
El señor Helmest, profesor de Historia Antigua, se interesa en este joven rebelde que no acepta reglas ni cumple con los requisitos académicos e intenta ayudarlo desde su posición como maestro.
Por otro lado, decide conocer al padre y hablarle sobre su comportamiento y su intención de ayudar a moldear su carácter; y se encuentra con un hombre orgulloso, frío y dominante que le señala que su tarea no es brindarle formación a su hijo sino enseñarle Historia antigua; dejando entrever una amenaza solapada en caso de que no sean obedecidas sus instrucciones.
El maestro se siente identificado con su alumno, porque también su padre había sido un hombre muy ocupado, que no le prestaba atención. Tal como veía a ese joven se veía reflejado a si mismo en su momento, rebelándose ante los maestros, burlándose de ellos y observando una conducta irreverente
No obstante la advertencia del senador, igualmente decide aumentar la motivación de este alumno en el aprendizaje, estimulando sus pocos aciertos y minimizando sus errores.
Se realiza todos los años en el colegio una competencia de conocimientos sobre los grandes emperadores romanos dirigida por este profesor, quedando este año en la última ronda, tres finalistas.
Uno de ellos es Bell, que ayudado e incentivado por su maestro que lo evalúa con más generosidad que la que merece, porque cree que su alumno está superando su mediocridad y mala conducta, logra participar por primera vez entre los mejores, quedando afuera injustamente otro alumno que se la merecía más que él.
El joven Bell parece tener un desempeño normal en la competencia, pero no logra ganar el galardón de ser proclamado César y lucir su corona de laureles, porque su profesor advierte con gran decepción que le ha hecho trampas y le hace una pregunta final que no puede responder.
Luego de este incidente y después de haberse enfrentado ambos cara a cara, defendiendo cada uno sus propios valores, su alumno decide continuar con su acostumbrado comportamiento y cometiendo fechorías, recibiendo finalmente a pesar de todo, su diploma.
Después de 25 años, el profesor Helmest recibe cierto día una invitación de Bell para que coordine en su residencia una competencia similar a la que se hacía en el colegio con la participación de sus antiguos compañeros.
Sus ex-alumnos ya son todos hombres casados con hijos que ocupan altos cargos ejecutivos en distintas empresas.
Como en el pasado, Bell ocupa su lugar en la terna de finalistas y se presta al severo interrogatorio, junto a los dos participantes de la terna.
Pero su maestro se da cuenta que tiene un micrófono en el oído y que está cometiendo fraude. Después de todo su antiguo alumno sigue siendo siempre el mismo y continúa burlándose de él. Decide entonces elegir una pregunta inédita que a su cómplice le resulte imposible encontrar en algún texto y Bell pierde la competencia.
Nuevamente ambos se enfrentan; esta vez en los amplios baños de la residencia, y Bell, que es candidato a senador de su país, se manifiesta como un hombre plenamente corrupto y orgulloso de su posición como político.
Sin embargo, con sorpresa, después de haberse expresado en esos términos, ve salir de uno de los gabinetes del baño a su pequeño hijo, que había escuchado todo, con un gesto de decepción en su rostro.
Todos vuelven a sus lugares de origen y el maestro a continuar enseñando en ese colegio, donde pierde la oportunidad de ser director, porque aunque es el candidato natural por su trayectoria y su talento, la comisión directiva considera que no tiene aptitudes para establecer los contactos públicos necesarios para obtener las donaciones que necesitan de las empresas.
Este es el tema de la película “El Club de los emperadores”, que refleja cómo se transmiten los valores que priorizan los intereses y el poder antes que los afectos y la moral; permitiendo que la manipulación y la corrupción la hereden también los hijos.