La Agorafobia
La agorafobia es el miedo patológico a los espacios abiertos y a los lugares muy concurridos.
Es un trastorno de ansiedad que impide a la persona afectada realizar una vida normal, limitando su acción sólo a sitios que considera que son seguros y donde eventualmente podría recibir ayuda si la necesita.
Estos pacientes pueden haber tenido alguna experiencia negativa que son asociadas con situaciones presentes que amenazan con repetirla, y para no sufrir ansiedad aprenden a evitarlas.
La terapia cognitiva ha mostrado ser un recurso válido para este trastorno y básicamente consiste en lograr la desensibilización gradual de las circunstancias temidas que se tratan de evitar.
La ansiedad es la respuesta que generan las situaciones de amenaza o peligro verdadero; no se puede evitar pero es posible llegar a aceptar que se trata de una emoción que se puede aprender a manejar.
El mecanismo de defensa es escapar de las situaciones que producen ansiedad, de modo que toda circunstancia que impida la huída tenderá a evitarse.
En última instancia el que padece de este trastorno teme sufrir un ataque de pánico que se manifiesta con síntomas físicos, como por ejemplo taquicardia, transpiración abundante, ahogos, mareos y sensación de extrañamiento y despersonalización.
El agorafóbico tiene una personalidad con rasgos obsesivos y lo que más teme es perder el control.
Estos episodios de ansiedad comienzan por lo general con algún malestar físico, como hormigueos, sensación de tener un nudo en la garganta, dolor de cabeza y otras sensaciones varias.
Frente a esta circunstancia, un agorafóbico interpreta la situación creyendo que empeorará, por lo tanto trata de salir de ella con distintas formas de huídas; bajándose del transporte en que está viajando, abandonando un sitio de esparcimiento con mucha gente, evitando salir a la calle, tomando ansiolíticos o cualquier otra droga, por las dudas.
El temor al peligro de un agorafóbico está exacerbado a tal punto que le impide cambiar su pensamiento negativo por otro alternativo que le permita calmarse y no le exija escapar de la situación.
Es el miedo a tener miedo, miedo a los propios pensamientos que se adelantan a los hechos presagiando los peores sufrimientos o catástrofes, a sufrir un ataque, a perder el conocimiento, a tener una crisis cardiaca, a perder la razón y el control, a quedar mal o hacer el ridículo, a ahogarse y hasta a la muerte que le parece que es inminente.
La primera crisis de pánico hace que el sujeto se recluya en su casa por temor a volver a sufrir otra experiencia similar. Comienza a reducir su actividad en todas las áreas de su vida, deja de manejar, falta al trabajo, deja sus estudios, etc.
El estrés debido a problemas laborales o afectivos y algunas manifestaciones fisiológicas como la hipoglucemia, el desce4nso brusco de la presión arterial, las intoxicaciones por el uso de drogas u otras sustancias, son factores que pueden desencadenar un ataque de pánico.
También la característica de la personalidad y la hipersensibilidad del sistema nervioso puede hacer más vulnerable a una persona en circunstancias difíciles.
Es un círculo vicioso que comienza con situaciones de estrés que produce síntomas fisiológicos que son interpretados como una amenaza de peligro, lo cual incrementan el malestar y la ansiedad y provoca el ataque de pánico.
Luego de sufrir un ataque de pánico teme que le ocurra otra vez lo mismo y efectivamente, cualquier experiencia emocional adversa vuelve a provocarlo.