El enfoque psicobiológico de la enfermedad
La psicobiología es la ciencia que considera que los procesos psicológicos corresponden a procesos cerebrales, o sea que explica la conducta en términos biológicos y naturales. Utiliza la matemática, la biología, particularmente la neurociencia, la química y la física y los enfoques científicos de la psicología, como la psicología experimental y el conductismo.
El doctor Fernando Callejón, médico especialista en Psicobiología, considera que para el abordaje terapéutico de una enfermedad, tanto el médico como el paciente tienen que franquear tres difíciles barreras.
La primera es la actitud de curación del paciente, que en lugar de recordar la respuesta que le brinda la naturaleza, que conoce pero que no recuerda, lucha contra la enfermedad, se resiste a ella, busca culpables, se rebela.
Los animales saben qué hacer cuando están enfermos o heridos; en primer lugar se esconden de los depredadores, para no ser atacados en inferioridad de condiciones; luego buscarán algún árbol para reposar junto a él y poder lamer el rocío depositado en sus hojas; dejarán de comer, no escaparán porque eso sería muy peligroso, sólo se dedicarán a descansar y esperarán que la naturaleza haga su trabajo.
Los animales confían en que esos mecanismos reparadores funcionarán perfectamente, así como nosotros confiamos que un hueso roto se soldará solo, si lo dejamos inmóvil un tiempo.
Pero los seres humanos, aunque saben que tenemos un sistema inmunológico perfecto, no confían que el mismo poder reparador también pueda existir para curar otros órganos.
El reposo no es sólo descanso, también representa la actitud de aceptación, de no resistirse, no luchar contra la enfermedad ni contra su causa posible; porque la aceptación evita el conflicto que es el que consume mucha de la energía que se necesita para curarse.
El paciente no necesita cambiar nada, ni a nadie, no discutirá ni intentará manipular con su enfermedad, pero sí puede estar dispuesto a recibir el cariño de los suyos.
La naturaleza tiene mecanismos reparadores para las personas que se exigen más de lo que pueden, pero para que esos mecanismos actúen , esas personas deberán dejar de trabajar por un tiempo, abandonar su rutina habitual e ignorar las presiones y los compromisos de toda índole, incluso familiares.
Por lo tanto, lo más adecuado será esperar que la naturaleza realice su tarea reparadora en compañía del médico.
La segunda barrera que hay que franquear para lograr la curación de un paciente es el lenguaje que se utiliza y los discursos sobre la enfermedad.
El lenguaje crea realidades, porque además del significado denotado tiene una connotación valorativa y es determinante cuando el que habla es el médico.
Lo que dice el médico puede manifestarse en el paciente aunque no exista con anterioridad, cuando el diagnóstico es aceptado como cierto y llega a convencer al paciente hasta la última de sus células.
También tiene influencia negativa sobre la cura el lenguaje y los discursos del paciente sobre su propia enfermedad.
Por esta razón, deben suspenderse y prestar atención al lenguaje del órgano afectado que está expresándose con toda claridad.
La tercera barrera son tres mandatos: a) el lenguaje de los órganos o mandato biológico; b) el de la familia o mandato familiar; c) el generacional o mandato social. Estos tres mandatos están tratados con amplitud en «Las claves para curar».
En cuanto a la elección que hace el enfermo para curarse tampoco es arbitraria sino que es una elección de vida. Si elige un cirujano es porque está dispuesto a ser operado; si consulta a un homeópata sabe que no lo va a analizar minuciosamente sino que ante todo tratará de comprender cuál es su conflicto básico.
Una persona que se siente enferma tiene que aprender a informarse, tal como hace con todas las demás elecciones de su vida y enfrentar su parte de responsabilidad.
Una enfermedad es la posibilidad de conocerse y de transformarse, pero la decisión es de cada uno.
Fuente: “El Homeopático”; “Las tres puertas”; Dr. Fernando Callejón.