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Amigos o Enemigos

Publicado por Malena

amigos o enemigos

Carla y José María se mudaron a un departamento más grande, y aunque no eran personas que se conformaran fácilmente parecían complacidos.

No tenían hijos y los dos eran abogados, pero ni bien se acomodaron, ante la sorpresa de muchos, pidieron al administrador del consorcio una Asamblea Extraordinaria para tratar asuntos que ellos consideraban de urgencia, debido al estado del edificio.

La gente de la casa se enteró que los nuevos vecinos habían sido miembros del consejo de administración en su domicilio anterior; y que durante su gestión se enorgullecían de haber despedido al encargado y también al administrador.

A la mayoría les pareció gente quisquillosa, intolerante y bastante prepotente.

En la Asamblea propusieron que se pintaran los pasillos, se arreglara la entrada y se le exigiera al encargado que limpiara mejor, porque para ellos era evidente que todo se veía muy abandonado y sucio.

Le pidieron aclaraciones al Administrador sobre algunos gastos incurridos antes de que ellos habitaran el edificio y se mostraron desconformes con sus explicaciones. Parecían decididos a continuar con su drástica actitud de hacer rodar cabezas.

Como la Asamblea Ordinaria estaba próxima, adelantaron su intención de estar en el Consejo de Administración, ofreciendo sus servicios como abogados para asesorar al consorcio sobre posibles problemas legales.

Los copropietarios presentes, en general gente pacífica, se quedaron todos callados y decidieron dejar el tema en suspenso hasta el día de la nueva Asamblea.

Mientras tanto, los nuevos vecinos alquilaron un espacio en el garage del edificio para guardar su coche.

Pero pronto comenzaron los altercados con el encargado, que era la persona que se dedicaba a mover los coches, ya que no eran cocheras fijas, porque se negaban a entregar la llave de su automóvil para que el hombre pudiera hacer su trabajo y acusándolo de ensuciarles su vehículo.

Antes de que el problema se agravara, afortunadamente consiguieron otra cochera en otro edificio.

Sin embargo, siempre por cosas intrascendentes, las peleas con el encargado no cesaron, hasta que llegó el día que además de intercambiarse agravios verbales se fueron a las manos. Entonces los abogados, aprovecharon la oportunidad para denunciarlo en la comisaría por agresiones y tener el precedente que necesitaban para despedirlo.

Así las cosas, el tiempo fue pasando y la situación empeorando; los vecinos apenas los saludaban y casi todos los ignoraban.

Hasta que un día ocurrió lo inesperado, un hecho trágico que cambiaría para siempre ese estado de cosas.

Una noche, siendo bastante tarde, José María sufrió una indisposición y en pocos minutos cayó muerto de un ataque al corazón frente a su azorada esposa. Tenía apenas cincuenta años.

El cuerpo se cobra todos los malos ratos, aunque sean cosas que parecen intrascendentes que no dejan huellas.

Carla perdió el control y llorando desconsoladamente pidió auxilio a los gritos. Pero sólo le respondió el silencio, era un fin de semana largo y muchos no estaban en casa.

De pronto, entre sollozos, pudo escuchar que alguien bajaba por el ascensor y corrió al pasillo. Era el encargado del edificio, aparentemente el único que había oído los gritos y dispuesto a acudir en su auxilio.

Se abrazaron y luego él se ocupó de todo, llamó a los familiares y a la ambulancia, tratando de consolar a la flamante viuda ahogada en llanto hasta que por fin llegó el médico, quien constató que el hombre estaba bien muerto.

Después que pasó todo, las cosas cambiaron y Carla no encontraba suficientes palabras para alabar al encargado, que se había portado con ella mejor que un hermano.

Por supuesto retiró la denuncia de la comisaría y quedaron muy amigos.

Un hecho trágico de la vida real, que fortuito o no, pudo cambiar las cosas y a la vez dar una lección de vida.