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El Tabaquismo

Publicado por Malena

El efecto nocivo del cigarrillo se debe a las sustancias que se encuentran en las hojas del tabaco, al proceso de elaboración y a la combustión que se produce al fumar; y este efecto destructivo se acentúa según la antigüedad del hábito y la cantidad de cigarrillos que se consumen diariamente.

Sin embargo, en cualquier momento de la vida, el tabaquismo es una adicción que se puede dominar y llegar a derrotar.

El consumo de tabaco puede producir enfermedades muy graves, entre ellas, varias formas de cáncer, trastornos cardiacos y cerebrales, patologías pulmonares crónicas, esterilidad, osteoporosis, impotencia sexual, envejecimiento de la piel y la muerte súbita del hijo lactante que es expuesto al humo del tabaco que hay en el ambiente.

La cultura, es la que fomenta en la sociedad el uso del cigarrillo y el hábito de fumar. Se comienza a fumar por imitación, por deseo de aceptación social, como resultado de la publicidad y también por cuestiones personales como trastornos emocionales, problemas de autoestima o de autoimagen, otras veces, por curiosidad, por rebeldía, como un desafío y también para experimentar.

Más pronto de lo que cualquiera se pueda imaginar, apenas después de dos semanas de consumir tabaco, se desarrolla la dependencia química a la nicotina.

La cuarta parte de los adictos al cigarrillo prueban un cigarrillo antes de los diez años, por esta razón el tabaquismo también se considera una enfermedad pediátrica; pero el ochenta por ciento de los fumadores confiesan haber empezado en la niñez o en la adolescencia

La adicción al tabaco produce la enfermedad cardiovascular más mortal, discapacidad y otras enfermedades graves; y este riesgo se potencia cuando el consumo de tabaco se asocia con la hipertensión arterial, el colesterol alto, la diabetes, el sedentarismo, la obesidad o el estrés.

También el hábito de fumar afecta las funciones mentales y puede provocar enfermedades como la depresión, las fobias y la esquizofrenia; que pueden ser causa o efecto del consumo de tabaco.

La nicotina actúa movilizando neurotransmisores cerebrales, como la serotonina, la acetilcolina, la dopamina, la adrenalina y la noradrenalina; sustancias químicas que tienen distintas funciones cerebrales; y que tarda solamente ocho segundos para llegar a los centros cerebrales del placer y generar una descarga de dopamina, que además, transforma para siempre el sistema nervioso central.

También los fumadores pasivos, que son los que se encuentran obligados a respirar el aire que contaminan con humo los fumadores activos, están expuestos a sufrir de las mismas enfermedades pero en menor proporción.

Algunos fumadores logran dejar el cigarrillo en forma espontánea de un día para otro, otros realizan varios intentos antes de dejarlo; y las motivaciones para abandonar el hábito son muchas, como por ejemplo, debido a una enfermedad, por cuestiones familiares, por la imposibilidad legal para fumar en lugares públicos, por cuestiones económicas, por amor, etc.

El síndrome de abstinencia de nicotina puede producir varios síntomas como ansiedad, angustia, hambre, cólera y cambios en el estado de ánimo y todos estos malestares se pueden calmar con una sola pitada; aunque existen paliativos específicos que pueden ayudar a atenuar esos síntomas de otra forma.

Los médicos consideran que dejar de fumar en forma asistida es cinco veces más eficaz que abandonar el hábito en forma espontánea.

También es recomendable la asistencia psicológica, porque el fumador siempre va a conservar su memoria adictiva al tabaco, de modo que lo que tiene que cambiar es de forma de pensar.

Fuente: (Entrevista de la revista “Colección Salud Integral” al Dr. Fernando W. Müller; Médico clínico y director del proyecto MEDEF (Médico especialista en dejar de fumar) para Argentina y Chile.