Alcoholismo y Tabaquismo
Las adicciones son hábitos perjudiciales para la salud física y psíquica.
La adicción al alcohol es la que produce más estragos porque es una toxina que con el tiempo deteriora todos los órganos y contribuye a provocar la muerte por enfermedades digestivas, destrucción del músculo cardíaco, del tejido cerebral, del hígado, del páncreas y del estómago.
La bebida termina con la vida de relación, provoca la pérdida del trabajo y es el motivo de la mayoría de los accidentes automovilísticos y de los suicidios.
Si se lograra erradicar las adicciones como el cigarrillo, el alcohol, las drogas y el exceso en las comidas, los médicos casi se quedarían sin trabajo y los hospitales estarían casi vacíos; porque casi todas las enfermedades están relacionadas con alguno de estos hábitos que atentan contra una buena salud.
El cigarrillo produce hábito y los efectos placenteros de fumar apoyan este hábito. Este placer es psicológico porque el fumador ve al cigarrillo como un estimulante o un relajante según lo necesite.
El índice actual de mortalidad para fumadores, al compararlo con el de los que no fuman es 70% mayor. En las enfermedades coronarias el índice de muertes es 500% mayor y en el caso de cáncer de pulmón es 1000% más elevado que en las personas que no fuman.
Los programas de terapias grupales de autoayuda para las adicciones han tenido un éxito notable. Esos grupos ofrecen el apoyo moral de otros fumadores que están tratando de dejar el cigarrillo.
Cuando los adictos no responden a los tratamientos no es que éstos no funcionen sino que su actitud es creer que pueden liberarse del problema para siempre.
El hábito a cualquier sustancia se puede controlar pero no se cura. Sólo la recuperación es posible porque frente a una situación relacionada con el consumo una adicción siempre puede reiniciarse.
Algunas personas pueden estar predispuestas al alcoholismo ya sea por herencia o por estar en contacto con familiares directos o grupos que toman en exceso.
Para la mayoría, tanto fumar como beber tiene su origen en la adolescencia, en una época de debilidad del yo que se siente más seguro y desinhibido sólo con el cigarrillo o el alcohol. A esta edad los hábitos se arraigan en un nivel profundo de la personalidad y hacen más difícil el desarrollo de patrones saludables de pensamiento.
Tanto para el alcoholismo como el tabaquismo requieren para su tratamiento un cambio de actitud muy profundo y el reconocimiento del adicto de padecer una enfermedad y no solamente de un hábito dañino.
Existen técnicas mentales que elevan nuestra conciencia a niveles superiores y son más placenteras que el uso abusivo del alcohol, el tabaco, el exceso en las comidas y el consumo de otras drogas tóxicas. Es el descubrimiento de nuestra interioridad, que incluye la certeza de formar parte de algo superior con inteligencia y poder organizador que orienta hacia la acción correcta y el poder curativo que posee naturalmente cada persona.
La salud es el estado natural del hombre en el cual uno se siente siempre joven, vivaz y contento. Este bienestar no es sólo posible sino que también es fácil de lograr porque nuestro campo de conciencia contiene todas las posibilidades.