Osho y la experiencia del amor
Osho nos dice que el amor no se puede definir porque es una experiencia, como comer o respirar. La alimentación y la respiración satisfacen necesidades físicas, pero el amor es el alimento del alma.
Sin embargo, desde que nacemos, nuestros padres se preocupan mucho por brindarnos la atención que necesitamos, nutriendo nuestro cuerpo y manteniéndonos cómodos y aseados, pero no nos dan verdadero amor, porque están demasiado ocupados con sus propias cosas y porque no nos aceptan como somos; y lo que más les interesa es educarnos, para que no los molestemos y seamos como ellos.
Si algún hijo se rebela, entonces, como castigo, lo matan con la indiferencia, porque ese hijo los ha defraudado, se ha negado a hacer lo mismo que hacen todos y que hacen ellos.
Los padres tampoco han experimentado el amor de sus propios padres ni tampoco saben amarse entre ellos, por lo tanto los hijos aprenden a mentir, a negociar, a pelearse y comienzan a actuar igual que sus padres, a hacer exactamente lo mismo.
A tal punto los padres llegan a rechazar al hijo rebelde que éste comienza a pensar que es adoptado, que no es hijos de ellos, que es hijo de otros y por eso recibe ese trato, que es por eso que no lo respetan como es, que es por eso que no lo aman.
El amor es indefinible, sin embargo existe un camino para llegar a experimentarlo.
En primer lugar es necesario liberarse de los padres, no faltándoles el respeto ni huyendo de ellos, sino liberarse de los padres que hemos incorporado y que llevamos dentro que condicionan todas nuestras decisiones, que creemos nuestras.
Lo extraordinario que sucede si nos liberamos de los padres que llevamos en nuestro interior, es que además de sentirnos libres, por primera vez en la vida sentiremos compasión por ellos, de lo contrario seguiremos siempre resentidos con ellos.
Los padres desean que sus hijos sean felices y que disfruten de la vida, sin embargo no pueden hacer nada porque ellos mismos han sido criados de la misma manera, sin amor, y cargan la atmósfera de su hogar con constantes peleas.
Liberarse de la influencia de los padres no es tarea fácil, porque implica estar muy atento y observarse continuamente para detectar cuándo estamos actuando como ellos.
Si repetimos la conducta de nuestros padres, jamás tendremos la oportunidad de conocer el amor, porque seremos como ellos, posesivos, dependientes, irrespetuosos y celosos.
Para liberarse de los padres hay que ser diferentes, totalmente diferentes.
En segundo lugar, para experimentar el amor verdadero, hay que renunciar a la pretensión de encontrar al hombre o a la mujer perfecta porque no existen. Si fuera posible encontrar a alguien perfecto, nunca le interesará la persona imperfecta que somos nosotros.
Para fluir y crecer en el amor no se necesita la perfección, porque no depende de la otra persona, sino de la propia capacidad amorosa totalmente natural como comer, dormir o respirar.
La persona amorosa ama igual que respira, no especula, no exige, acepta todo y vive el amor con naturalidad.
Las personas que desean encontrar a alguien perfecto son egoístas, neuróticas y poco afectuosas y esa necesidad de perfección es la que destruye el amor.
Si encuentran a alguien que los ame siéntanse agradecidos pero no le exijan nada, ni tengas ninguna expectativa, porque esto es realmente un milagro.
Sin embargo, la mayoría destruye el amor por pequeñeces, insignificancias, con la pretensión de que el otro sea como desea.
El amor se manifiesta en un ambiente de gratitud, sin exigencias y sin ninguna expectativa.
En tercer lugar hay que pensar en dar amor en lugar de pensar cómo recibirlo, porque el que da recibe, no hay otra forma; porque si dan para recibir, no es amor, es un negocio.
Esto no es fácil, porque todos nos hemos vuelto muy duros y muy fríos, pero paso a paso se puede.
Al liberarte de tus padres, también dejas de ser esclavo de la sociedad y de la civilización, porque tus padres son el reflejo de todo eso; pero te conviertes en un individuo auténtico y eso significa ser una persona madura.
Fuente: “Aprender a amar”; Osho.