Se acabó el amor
Desde los 15 años que empezaste a enamorarte, siempre crees que esta vez será la definitiva. Cada vez que sucede, crees que por fin has encontrado a tu persona ideal con la que compartirás el resto de la vida. Ahora tienes 35, echas la vista atrás y repasas mentalmente la lista de tus relaciones. Sientes cierta nostalgia pero, a la vez, te preguntas qué fue lo que pasó para que se terminaran. Por qué se produjo el desenamoramiento.
La realidad es que la durabilidad de las relaciones depende de tantos factores que hace que torne una tarea mucho más difícil de lo que parece a simple vista. Las relaciones no se acaban de un día para otro aunque nos levantemos un día mirando a nuestra pareja con extrañeza. El proceso es tan silencioso que pasa desapercibido, en ocasiones, y lo esquivamos inconscientemente, en otras.
Es indudable que en las relaciones amorosas, a veces el amor no es suficiente. Con el paso del tiempo, empiezan a surgir conflictos propios del choque entre dos personalidades diferentes que están encajando. Cuando las relaciones sexuales comienzan a flaquear tanto en cantidad como en calidad, suele ser señal de que algo empieza a fallar. Si, de repente, te das cuenta de que hace más de una semana que ni has dado un abrazo, ni te lo han dado, es que el vínculo, efectivamente, está patinando.
Otra señal que no debes obviar es el indicador de alegría. En el momento que dejas de sentir cierto júbilo al pensar en la pareja, al encontrarte con ella, o al planear cualquier actividad conjunta, se hace patente una pérdida de ilusión que pude derivar en un apatía amorosa destinada a finalizar cualquier unión.
La comunicación deja de ser fluida y positiva y se convierte en un lenguaje lleno de ofensas, recriminaciones o desdenes. O simplemente, desaparece. Los niveles de tolerancia hacia los defectos o errores del otro disminuyen drásticamente y las comparaciones con otras personas que te agradan de manera especial se hacen frecuentes.
Reconocer que una relación se ha acabado por alguna de las dos partes, asumirlo y zanjar la cuestión cuanto antes, ahorrará disgustos innecesarios. Si te has desenamorado y has dejado de querer, lo justo es ser honesto primero contigo mismo, y después con la otra persona. Afronta la situación y gestiónala de forma que minimices cualquier daño y no alargues una agonía desgarradora.
No obstante todo lo anterior, abogamos por que no se tire la toalla en las relaciones a la primera crisis que surge. Habrán que ir superándose los pequeños desequilibrios en pareja, con cariño y pelear por todo lo positivo, lo bonito y lo bueno que se crea entre dos personas que se quieren. Si, a pesar de eso, de dejarte sin aliento, de bregar con la situación, habrá que asumir que se acabó, y ya está. La crudeza de esta afirmación es la base para superar la ruptura, para dejar que el tiempo cure las heridas y cicatricen. D esta manera, nos permitiremos seguir abiertos al amor y no rendirnos hasta encontrar a la persona adecuada. Está por ahí, no lo dudes.