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Cuerpo biológico y cuerpo de goce

Publicado por Betina Ganim

enigma

Freud en su texto «El malestar en la cultura» denuncia de alguna manera el conflicto que existe entre el ser humano y la cultura, la civilización. De este modo, identificará a la naturaleza como una de las fuentes del sufrimiento humano, y a la cultura le dará el lugar de ser el medio con el que el hombre cuenta para protegerse. Es que esto da cuenta de la esperanza que tenía Freud en la civilización, en los avances científicos que posibilitaran las vías y los medios para cuidar a los hombres del daño de la naturaleza.

Si vamos a Lacan, él tomó en cuenta los impasses de la civilización, constatando la existencia de un malestar en el hombre que no está localizado ni en la naturaleza ni en él mismo; de este modo, ciencia y cultura han fracasado en el intento de proteger al ser humano del sufrimiento provocado por la naturaleza.

Hay un saber natural en el cuerpo propio, cuyo fin es preservar la vida (Freud habló de pulsiones de vida, de autoconservación o yoicas) pero esto no alcanza para establecer una relación armónica entre el hombre y la naturaleza. Si a los animales el instinto les sirve para protegerse del peligro que los acecha, lo que el ser humano tiene es el significante. Es el significante(lo simbólico) lo que le da entidad a las cosas: da significado. Es así que es lo simbólico en tanto función, la condición «pacificadora».

Pero esa función, además de dar placer provoca efectos de goce, que tiene que ver con la disfunción entre el órgano y la función.

La noción de goce que nos transmite Lacan es una noción contrapuesta a la de equilibrio, homeostasis, adaptación, salud, etc. Una noción que denuncia que el hombre no manda en su casa-Natura. Lacan dice que el problema comienza ahí, que el hombre va más allá de lo natural-biológico.

Es una condición de la que se parte, entonces, de «inadaptación», ya que el lenguaje se entromete en el cuerpo, y el saber de los instintos no funciona para el hombre. Se deja de obedecer el saber del cuerpo, y aparece la disyunción entre «cuerpo biológico»(al servicio de la vida) y «cuerpo de goce»(sexualizado)

Ese cuerpo que goza es el del que Miller denominó «la biología psicoanalítica».

La cuestión es que en este siglo XXI, , en lo real de este siglo, signado por la unión del discurso d ella ciencia y el capitalista, lo que hay, lo que nos da en la cara cada día, es el gran desorden que reina.

Anteriormente, lo real era la naturaleza, el real que era apoderado por lo simbólico. Un real de alguna manera ordenado por lo simbólico. Miller dice que ese orden se mantuvo en tanto el ser humano no contradecía los ideales «naturales»: la familia, la reproducción, la sexualidad, costumbres, etc.

En el último Lacan tenemos la enseñanza de que el real del que se trata es un real sin ley, sin ley natural que pueda regularlo.

Clínicamente, entonces, ¿qué propone el psicoanálisis? Apostar al inconsciente real, orientarse por el «perturbar, molestar la defensa», contra lo real desprovisto de sentido.

FUENTE: SCILICET. AMP, 2014. Ed.Grama