Los Ruidos
Los ruidos molestos se siguen multiplicando y aumentan su volumen con el paso del tiempo.
El más ensordecedor que nos afecta a todos, inclusive a los dueños de las empresas, es el de los ómnibus que ocupan toda la ciudad y nos predispone a reaccionar con agresividad.
¿Por qué en Europa el transporte público es silencioso y circula lentamente respetando a los peatones?
Cuando sólo se piensa en las ganancias los resultados son perjudiciales para la gente y más que un servicio se convierte en una amenaza.
El ruido de la publicidad televisiva nos persigue hasta en el subterráneo y los autos se detienen en cualquier parte manteniendo el motor encendido por largo rato produciendo vibraciones y ruido a altas horas de la noche.
En Suiza existe la obligación de apagar los motores cuando los automóviles tienen que esperar para atravesar vías férreas.
¿Por qué ellos cuidan su ambiente de la contaminación sonora y nosotros no? Creo que tienen más conciencia de los daños que ésta provoca..
Los paseadores de perros se estacionan en las calles, dejan a esos animales atados a un poste y se van. Mientras tanto los vecinos tenemos que soportar los ladridos hasta que vuelven. Es obvio que aprovechan a hacer otra cosa sin preocuparse demasiado por sus ruidosos clientes que por supuesto protestan a su manera, ladrando.
Según datos de la Comunidad Económica Europea el 20% de su población está expuesta a niveles de ruido superiores a los aceptables.
En Buenos Aires ese porcentaje asciende al 90%.
La gente se acostumbra a los ruidos y gracias a la capacidad del cerebro para descartar los sonidos habituales para nuestro bien, con el tiempo no los llegamos a percibir, pero el daño se produce igual, porque afecta el estado de ánimo, aumenta la irritabilidad y el nerviosismo, no permite escuchar los sonidos necesarios para nuestra seguridad, además de aturdirnos y convertir nuestra vida en la calle en un calvario.
La Organización Mundial de la Salud desaconseja vivir en ambientes en los que haya más de 65 decibeles de sonido y asegura que por sobre los 80 existe riesgo de daño auditivo y señala a Buenos Aires como la ciudad más ruidosa de América que además ocupa el cuarto lugar a nivel mundial.
En las discotecas el ruido de la música supera ampliamente los cien decibeles y aunque todos lo saben prefieren no tomar conciencia de los daños que les puede producir a largo plazo.
El ruido ensordecedor aturde y no permite la comunicación; y es probable que esa sea la intención de la juventud hoy en día. Una prueba es el uso de auriculares con música o radio para circular por la calle. Estos artefactos impiden prestar atención al tránsito y puede ser una causa de accidentes. No por nada ocupamos uno de los primeros lugares en el mundo por la cantidad de muertos por ese motivo.
La contaminación acústica, aunque parezca no dejar huellas en el ambiente, produce efectos acumulativos por muchos años en los individuos. Todavía no se sabe si las vibraciones producidas por el ruido de los motores también puedan producir daños en las estructuras de los edificios, de los puentes y en las personas en general.
Mediciones realizadas por la UBA, la Universidad de Buenos Aires, comprobaron que en los últimos 27 años el nivel del ruido creció un 70% y el 80% proviene de los vehículos.
Los gobiernos pueden hacer mucho para paliar esta situación, como por ejemplo, desalentar el uso del automóvil, controlar periódicamente y en forma obligatoria la emanación de ruidos de los vehículos, monitorear el tránsito con sensores de ruidos, favorecer el crédito a las líneas de ómnibus para la renovación de sus unidades, y ampliar la red de subtes hasta la provincia con playas de estacionamiento en las terminales para los automovilistas.