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Psicología y Alimentación.

Publicado por Lic. Maria V.

La relación entre Psicología y Alimentación es sumamente amplia y profunda.

Si comprendemos que, gracias a nuestro primer vínculo nutricio con un otro nos empezamos a construir psíquicamente, esto nos da una pauta de lo que el alimento, de modo simbólico, representa para el psiquismo humano. No es sencillamente el alimento físico que cumple su función fisiológica; es un alimento psíquico que nos permite constituirnos subjetivamente.

A lo largo del desarrollo, ser alimentados, nutridos y cuidados por otro nos permite crecer y desplegar el propio autocuidado y la capacidad de cuidar genuinamente de otros.

La alimentación es una función que parte de la necesidad de sobrevivir, pero que la excede, está atravesada por el psiquismo. Como todo en el ser humano, nada es completamente físico ni completamente psíquico. Todo acontecer humano parte y repercute en ambas áreas.

Por eso, un individuo puede llenarse de comida para cubrir un vacío, o que su alimentación se transforme en un modo de autocastigo. La función fisiológica está atravesada por el psiquismo.

Del mismo modo, la anorexia, por ejemplo, se antepone y contradice lo que teóricamente sería una necesidad vital que es la de alimentarse para sobrevivir. Por estos motivos, el asunto de la alimentación no es sencillo, e intervienen constantemente cuestiones psicológicas y evolutivas en el camino.

La salud de un individuo es global y representa aspectos de salud física y psíquica de manera integrada y holística. De hecho, no puede pensarse una sin la otra, porque están profundamente conectadas.

Actualmente, hay una tendencia cada vez en mayor aumento hacia la alimentación conciente, tanto por cuestiones de salud como de cuidado ambiental. Esta tendencia está sostenida por un incremento del registro de la importancia del autocuidado, y del cuidado y la protección del medio en el que vivimos.

La alimentación saludable, como todo hábito alimenticio, tiene directa relación con la psicología. Y sólo puede ser asumida de manera auténtica si hay psicológicamente un estado que la habilite. Sino, a través de la fachada de alimentarse saludablemente se filtran restricciones, deprivaciones y carencias nutricionales, que no representan hábitos realmente saludables.

La verdadera actitud de autocuidado que se manifiesta en la alimentación es aquella que respeta los tiempos, necesidades y señales de cada cuerpo en particular, ya que no todos y todas respondemos de la misma forma a los alimentos. Debemos explorar nuestro cuerpo y conocer qué nos hace bien más allá de recetas, modas o tendencias universales

La conexión con el propio cuerpo implica indagar y aceptar todas las señales que se nos presenten: el registro emocional y físico de nuestro cuerpo nos permite conocernos y así, desarrollar hábitos que sean saludables para nosotros.

El Mindful Eating propone trabajar la  alimentación conciente, conectando con el cuerpo y el presente, identificando emociones y trabajando los hábitos alimenticios que muchas veces vienen a suplir carencias emocionales o aspectos psicológicos no elaborados.

La alimentación tiene la potencialidad de sanar o dañar en la misma proporción. El cuidado del cuerpo no es posible sin la atención a nuestra salud mental y emocional.