Criaturas misteriosas: adolescentes
Llegamos a la vida adulta y qué pronto se nos olvida nuestra etapa adolescente. Ahora los miramos como si se tratara de una rara especie que pulula por las calles. A algunos les provocan, como mucho, indiferencia.
Pues esos jóvenes son nuestros, los futuros adultos que se incorporarán a las empresas, que formarán familias, y más aún, que gestionarán el mundo.
Merecen ser atendidos y recibir las orientaciones oportunas para un desarrollo óptimo y positivo, ¿no creen? Verdaderamente, en un época de diversión desbordante que es recordada con cariño con el paso de los años. Asimismo, si tienes hijos en esta edad o que estén alcanzando el límite, te interesará disponer de información útil sobre su mundo.
El momento vital del adolescente está plagado de incertidumbres, miedos e inseguridades. Se halla inmerso en un revuelo de desequilibrios físicos, hormonales, de crecimiento, de adaptación y sexuales. Se rebelan contra las indicaciones de los adultos, cualquier opinión relacionada con su persona les afecta y la capacidad de tomar decisiones está desarrollándose a medida que van adquiriendo recursos para enfrentarlas. Sus opiniones son cambiantes en tanto en cuanto van experimentando nuevas sensaciones.
El adolescente está aprendiendo a ser él mismo explorando nuevas direcciones. En este proceso, es crucial que se sientan apoyados y comprendidos. Es importante recordar que, aunque a veces puedan parecer adultos en miniatura, todavía están en un proceso de crecimiento y aprendizaje. No esperes que actúen o piensen como un adulto, porque no lo son.
Todas las angustias derivadas de este torbellino de percepciones dejan una huella sobre la cual crecer como persona. Sin embargo, el camino es, como poco, confuso. Seremos los allegados los que nos preocuparemos de iluminar aunque sea con una linterna, los momentos tenebrosos.
Resulta adecuado, entonces, que pueda disponer de una parcela íntima que sea respetada en casa sin intromisiones. Se alternarán periodos de frenética actividad social con ciclos en los que comprobarán las bondades de la autoreclusión.
El papel de los progenitores se dirige a supervisar, vigilar, asesorar e intervenir cuando la situación o el adolescente lo requieran. Es esencial mantener un equilibrio entre darles la libertad que necesitan para crecer y mantener ciertos límites para su seguridad y bienestar.
Habla con tu hijo, escúchale, entiende sus emociones y sus pensamientos aunque la mayoría de las veces no los compartas. Presta atención a sus gestos, sus movimientos, y sus actos. Te indicarán cuándo algo no funciona como debiera. No le amonestes o reprendas por todo lo que estimes conveniente porque correrás el riesgo de alejarte de él. Céntrate en aquello que valores verdaderamente negativo o perjudicial para él o inaceptable de cualquier modo.
No descuides la orientación acerca de hábitos de higiene, alimentación y salud relativos a este periodo. Puede que des por sentado que el adolescente que tienes delante es consciente de los cambios físicos que está sufriendo. Cabe la posibilidad de que no tenga claros algunos conceptos, así que coméntale con naturalidad cómo obra la biología.
Además, abre diferentes canales de comunicación para que se pueda expresar contigo a través de ellos. A veces, prefieren hablar de ciertos temas cara a cara, pero otras se sienten más cómodos utilizando el correo electrónico o el móvil, por ejemplo.
Son frecuentes las actitudes que resaltan cierta diferenciación de los demás, la cual pretende exteriorizar su personalidad percibida por él como única y especial. Es importante respetar y valorar esta individualidad, ya que es una parte esencial de su desarrollo y crecimiento personal.
Al mismo tiempo que recurren a otras personas (profesores, amigos, hermanos) para solucionar algún que otro problema, necesitan, probablemente de manera inconsciente, sentir el cariño y el apoyo de su familia, que se sientan orgullosos de sus logros y que estén disponibles en los momentos cruciales para ellos.
En consecuencia, los adultos que comparten vida con adolescentes no deben pensar que éstos les excluyen de sus vidas porque prefieren pasar más tiempo con otras personas. Es normal y natural, amplían su círculo social y están en constante búsqueda de su “yo”. Y para encontrarlo, me temo que no hay mejor camino que la experiencia. Ahora bien, no todas las experiencias son admisibles. Deberás ser firme y asesorarte con profesionales en situaciones de alto riesgo de consumo de drogas, conductas violentas, desórdenes sexuales, fracaso escolar, etc.
No por ser adolescente lo tiene todo permitido o perdonado. La adquisición de madurez conlleva asumir responsabilidades, cumplir deberes y respetar derechos ajenos, entre otros asuntos.
Para finalizar, apelamos a la implantación de un funcionamiento doméstico basado en el sentido del humor evitando burlas o mofas. Recuerda que un día, tú fuiste uno de ellos. Y, sobre todo, recuerda que, aunque a veces pueda ser difícil, esta etapa es temporal y es una parte crucial en la formación de la persona adulta que será tu hijo.