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Ansiedad Crónica o el Síndrome Ansiomiedofóbico

Publicado por Malena

La persona ansiosa también es miedosa.

Ansiedad Crónica y el Sìndrome ansiomiedofóbico

En esta alienante época que nos toca vivir, en que si nos detenemos tenemos la sensación de ser atropellados por todos los que también están corriendo igual que nosotros; es difícil mantenerse equilibrados.

No es por casualidad que cada día haya más gente en las grandes ciudades que padece del síndrome que bauticé AMF, o Ansiomiedofóbico.

Nadie en su sano juicio puede aguantar la avalancha de estímulos contaminantes que cotidianamente nos invaden desde todos los ángulos y a través de todos nuestros sentidos, sin acusar algún signo de desequilibrio.

La ansiedad es un estado de inquietud interior, de intranquilidad, de desazón, de desasosiego que se instala en la gente; de día, invadiendo la mente con presagios que jamás se cumplen; y de noche no dejándola dormir, haciendo que su vida se torne miserable.

¿Cómo se hace para deshacerse de esa sensación que deprime y que hace que una persona se sienta desdichada por nada en particular y por todo en general, le tronche su libertad de acción y le limite su potencial?; es la pregunta cuya respuesta eficaz podría valer millones.

Sentimos ansiedad cuando nos sentimos presionados a cumplir con obligaciones que exceden nuestra capacidad de tolerancia; cuando nos preocupamos por cosas que nunca ocurren; cuando nos sobre exigimos, cuando pensamos en negativo, cuando tenemos ambiciones desmedidas, cuando pensamos que cuando nos va bien luego nos tiene que ir mal, cuando nos enojamos con nosotros mismos porque no podemos ser como el otro, cuando creemos que nada vale la pena, cuando nos damos cuenta que no podemos controlar nada y cuando pensamos en la muerte.

El que es ansioso también es miedoso. Porque la ansiedad no tiene objeto, es difusa, interna y visceral y representa la lucha interior, en tanto que el miedo es objetivo, tenemos miedo a algo en particular.

La ansiedad se proyecta hacia fuera y se transforma en un miedo definido, para tratar de sacarse de adentro el conflicto.

Para liberarse de los miedos hay que enfrentarlos y esto es lo único que convence a una persona de que sus miedos son infundados. Es lo que recomiendan los terapeutas a los fóbicos, apoyándolos durante su tratamiento en el intento.

De manera que el primer paso para la curación de las fobias es hacer precisamente todo aquello que aterroriza.

El miedo se relaciona con la ansiedad y un ejemplo es el ataque de pánico, que en realidad es un ataque de ansiedad.

Lo peor que nos puede ocurrir en esta vida es la muerte. De modo que si enfrentamos a la muerte venceremos todos los demás miedos de este mundo.

El tema de la muerte no hay que tratar de evitarlo sino que por el contrario hay que buscarlo, porque el hecho de que existe la muerte le da sentido a la vida. Porque todavía no estamos muertos, estamos vivos, esa es la realidad de hoy, la vida es la oportunidad que tenemos hoy de ser quienes somos y hacer lo que podemos en este mundo.

La gente no quiere pensar en la muerte porque tiene miedo, es lógico, es el miedo a lo desconocido, es la incertidumbre de no saber que va a pasar después, es el misterio de los misterios.

Pero si podemos aceptar a la muerte hasta el nivel que ya no nos importe, estamos salvados, porque hasta donde sabemos con nuestra mente racional, la muerte es no estar vivo. La muerte es una condición desconocida que no nos tiene que importar, porque en el peor de los casos, desde una óptica materialista puede ser la ausencia total de conciencia o la nada.

Esta realidad puede ser la única en este estado de conciencia, pero en otros estados de conciencia más elevados puede haber otras realidades accesibles con otros niveles de percepción. Como las experiencias idénticas que viven los profetas o seres iluminados que han logrado en vida ese modo de Ver.

Resumiendo, solamente cuando nos decidimos entregarnos, rendirnos, no resistirnos más a la muerte es cuando logramos ser realmente libres de todos los demás miedos en esta vida.

Podremos de esa forma emprender los propios desafíos; porque cuando estamos alineados en el camino correcto nos sentimos seguros y a salvo.