La Infertilidad
Los seres humanos estamos dotados de cuerpos perfectos que deberían cumplir sus funciones en forma correcta sin ninguna dificultad. Sin embargo, por alguna razón que en muchos casos aún se ignora, puede ocurrir que ciertas mujeres sufran distintas anomalías que les impide embarazarse y tener hijos.
El tema de la infertilidad ha sido tema de muchas publicaciones y ha ocupado a muchos científicos. Hoy en día se podría decir que son pocos los casos irreversibles; aunque no todas las mujeres están dispuestas a llevar a cabo un tratamiento largo y costoso, con el riesgo de tener que enfrentar muchos fracasos. Todo esto depende de la forma de pensar que tenga cada uno, de su propia filosofía de la vida.
Creo que existe un destino para cada uno de nosotros, un propósito en esta vida que tenemos que cumplir, que a veces, cuando se trata de una mujer, puede no incluir la maternidad.
Si esta es la forma de pensar, entonces la decisión es fácil, uno se entrega y acepta lo que es.
Pero las mujeres que no creen en esto pueden llegar a empeñarse en tener un hijo de cualquier forma, aún desafiando las leyes de la naturaleza, sin preguntarse si verdaderamente esa función es realmente tan importante en su propia vida o si no se trata de probar que sí puede.
Muchas veces la infertilidad es de origen psicológico, cuando inconscientemente una mujer rechaza la idea de tener un hijo por distintas razones, es muy joven, interfiere en sus planes, no está casada ni tiene pareja, o simplemente aún no está preparada para vivir tal circunstancia.
Otras veces se trata del miedo inconsciente al embarazo y al parto, la fantasía de sufrir o perder la vida o de tener un hijo con problemas.
También es cierto que todas las mujeres no necesariamente tienen vocación para ser madres y hasta es mucho mejor que nunca lo sean; porque criar a un niño no es cosa fácil, hay que estar preparado, desearlo y estar dispuesta a dedicarle tiempo y esfuerzos para que se desarrollen física y mentalmente sanos.
Sin embargo, en lugar de aceptar las cosas como son y tomar la decisión de dedicar toda la vida intensamente a cualquier otra cosa, la mayoría de las mujeres en esta situación, aunque no lo deseen, tienen hijos y luego proyectan todas sus frustraciones personales en ellos.
Cuando me casé, a los 22 años, quedé embarazada al poco tiempo. No estaba en mis planes y durante los primeros meses rechacé ese embarazo.
Sin embargo, en ese momento pensé que era algo que había ocurrido por alguna razón y que yo tenía que aceptarlo.
Posteriormente me sentí mejor y finalmente tuve a mi hija con toda felicidad. No interfirió ningún plan y pude hacer aún más de lo que había soñado.
Sin embargo mi experiencia clínica me ha convencido que todo hijo debe ser deseado, porque el hecho de haber sido rechazado durante el embarazo, puede condicionar su forma de vivir las experiencias y su carácter.
La vida ha cambiado y las mujeres por muchas razones prefieren priorizar sus carreras a tener familia e hijos; y cuando se sienten que ya han cumplido ese objetivo deciden tener pareja o casarse y tener uno o dos hijos cuando ya tienen más de treinta o cuarenta años.
Es una decisión a mi juicio correcta, que no afectará a los hijos porque su madre estará en ese momento dispuesta a brindarles la atención que necesitan con todo esmero.
Lo más importante en esta vida no es tener o no tener hijos, es sentirse bien consigo mismo, hacer lo que cada uno realmente desea genuinamente actuando en consecuencia y estando dispuesto a realizarlo con la mejor intención, sabiendo renunciar o postergar los proyectos que no se eligen y aceptando los que no se pueden elegir.