Sueños infantiles
En posts anteriores ya se ha hablado de la diferenciación entre contenido manifiesto y contenido latente del sueño.
Freud analiza un sueño de una niña de 19 meses (que es su hija, la luego famosa psicoanalista de niños, Anna Freud) a partir del cual planteará las características que tienen en común los sueños de los niños, más allá de lo particular de cada uno.
En principio, lo que nos dice Freud en 1901, en su escrito “Los sueños”, es que lo que es un observable en los sueños infantiles es que todos los sueños son realizaciones de deseos que han sido causados a lo largo del día y que no han sido cumplidos. Dice Freud, son «francas realizaciones de deseos», y eso salta a la vista.
Una segunda característica de los sueños en los niños es que están indudablemente conectados con la vida diurna. Así, los deseos que con el sueño se realizan son aquellos en los que el niño ha ocupado su pensamiento, con gran intensidad, durante todo el día. También en estos casos se observan que en esos sueños carecen del detallismo e incomprensibilidad de los sueños en el adulto.
Freud agrega que este tipo de sueños también pueden encontrarse en los adultos, en esos sueños que tienen muy poco contenido onírico. Así, por ejemplo, si una persona tiene mucha sed, puede soñar que está bebiendo un vaso con agua. Soñar eso le impedirá despertar, porque en el sueño calma la sed.
Está bien que otras veces, el sueño suele expresar una realización de deseos no tan directa ni tan “comprensible”, que requieren de un trabajo interpretativo posterior.
Suele suceder también que existan largos sueños, historias completas, complejas, confusas, pero que dentro de toda esa confusión exista una porción del sueño que es lo suficientemente claro en tanto realización de algún deseo del soñante. Pero que de todos modos, mantiene cierta vinculación con aquel otro material incomprensible.
Freud nos aclara que sin embargo en los adultos no se aclara tan pronto el panorama: que si un sueño en un adulto encarna una realización de deseo, nunca es tan directo como en los sueños infantiles. Que tras una supuesta relaización de deseo, esconden otros sentidos.
Continuando con su investigación sobre los sueños infantiles, Freud dice que existe una observación dentro de este grupo de sueños. Y es que el contenido del sueño es simplemente la sustitución de una frase de expresión de deseo, del tipo “Ojalá pudiera comer todas las chuches”, o “Me gustaría quedarme a jugar hasta largas horas en la calle”, etc.
Aún así, concluye Freud, los sueños llegan a mostrar algo más que estas frases desiderativas: por un lado ya muestra el deseo realizado, dándole al sujeto una realización actual y real.
Por otro lado, el contendido de los sueños –generalmente- tiene que ver con imágenes visuales.
Y además, en este grupo de sueños que Freud llama “sueños infantiles” hay un tipo de transformación que se produce en el sueño, que puede leerse como toda una elaboración, un trabajo del sueño.
Así, dirá Freud, en los sueños infantiles, una idea o pensamiento desiderativo se transforma, es sustituída por una imagen visual que ocurre en el presente.