Amar y ser amado
En «El malestar en la cultura», texto freudiano publicado en 1930, Freud enumera (como hemos visto en el post anterior)una serie de métodos que tiene el ser humano par evitar el sufrimiento y alcanzar la felicidad.
Pero de esta lista, incompleta, por supuesto, de tales mecanismos, Freud le dedica un lugar especial al amor.
El amor, que se diferencia de los demás métodos porque está constituido por una combinatoria de rasgos muy particulares.
Porque si bien este método también está dirigido a independizarse del destino, se aferra afectivamente a él. Pero no se conforma solo con que esto le provee de evitar el sufrimiento, sino que esta técnica requiere enfatizar en el aspecto positivo de la felicidad. Este -dijimos en un post anterior- es el de experimentar placer.
Y tal vez de todos los métodos enumerados por Freud en este ensayo, es el que más se acerca al objetivo positivo de la felicidad.
Este método es esa orientación que adquiere la vida, poniendo al amor en el centro de todo: amar y ser amado.
Una «actitud psíquica, como dice Freud, que es común a todos los seres humanos.
El amor se manifiesta de varias maneras; pero el «amor sexual» es el que nos da más placer, el más potente y dominante, de manera tal que se vuelve el paradigma de todos nuestros propósitos de felicidad.
Es así que sería «natural» que busquemos por el mismo camino eso que encontramos por primera vez…
Ahora bien, esto tiene un «punto débil», que es que cuando amamos estamos sujetos al sufrimiento. Cuando amamos, sufrimos, y nunca somos tan infelices como cuando perdemos el objeto que amamos.
De todos modos, hay más cosas para decir al respecto.
La estética también tiene que ver con la «felicidad de la vida», la belleza ya sea en los paisajes, en el Arte, en la Naturaleza, etc.
Pero aunque poco sirve para protegernos del dolor, la estética nos puede compensar mucho de nuestro padecimiento, es al menos bastante «embriagador».
De la belleza, el psicoanálisis -dice Freud- no explica más que proviene de pulsiones sexuales coartadas en su fin. A este respecto nos llama la atención sobre que los órganos sexuales que nada tienen de «bellos» llegan a ser sin embargo, tan excitante contemplarlos…
Y concluye con algunas consideraciones, a pesar de lo fragmentario de su exposición.
Que el ser felices es algo irrealizable, pero que sin embargo es un intento que no se abandona ni se deja de ensayar -a pesar de saber de tal imposibilidad.
Que para esto tenemos diversos caminos y métodos, ya sea por lo positivo (técnicas para alcanzar el placer) como negativos (métodos para evitar el displacer)
Que de todos modos, ninguno alcanzará para nuestro fin.
Que la felicidad depende de cada uno, en el sentido de que cada uno debe elegir el camino tomará para tal imposible empresa.
Que influyen en este propósito tanto factores externos como internos.
Que mucho tiene que ver el «saber» adquirido para poder cada uno, regular esas satisfacciones.
Y la última técnica que le queda es la «fuga a la neurosis», que al menos provee de satisfacciones sustitutivas; es decir, de síntomas.
FUENTE: «El malestar en la cultura»