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El apólogo de la lata de sardinas

Publicado por Betina Ganim

lata sardinasEn psicoanálisis se trata de una praxis, nos dice Lacan. Lo que es lo mismo que decir que se trata de una acción mediante la cual se opera sobre lo real sirviéndose de lo simbólico.

Pero sabemos también que lo simbólico no alcanza para recubrir todo lo real, y el psicoanálisis está orientado a operar sobre el hueso de lo real, sobre el goce.

Hay algunos ejemplos clínicos que nos aportan un saber sobre cómo la interpretación le revela al sujeto un modo de satisfacción.

Este post lo dedicaré al primero de estos ejemplos y se trata de uno que nos da Lacan mismo sobre una experiencia suya. Teniendo él 20 años, edad en la que, fiel a ideales sociales de su época, gustaba de actividades de caza o pesca, se encontraba Lacan embarcado con un grupo de personas, una familia de pescadores, muy humilde.

Lacan disfrutaba de esas actividades de pesca, y conocer gente con costumbres y vidas diferentes a la suya. Cuando un día estaban esperando para recoger las redes, al mediodía, un miembro de esta familia le señala algo que había quedado atrapado en al red: una lata de sardinas que los encandilaba con su reflejo. Este personaje al que Lacan llama «el pequeño Juan», le dice: «Ve esa lata? Pues ella no lo ve», echándose luego a reir a carcajadas.

Lacan se mantuvo con una seriedad que denotaba cierta perturbación, más bien Lacan se dividió (pude hipotetizarse que se angustió) y al instante se le revela algo que él mismo cuenta cuatro décadas después: que si tenía algún sentido lo que le dijo el pequeño Juan aquella ocasión, es que la lata lo mira, y eso no es una metáfora. Ahí Lacan se define como una mancha en el cuadro de la vida cotidiana de estos pescadores que se ganaban la vida pescando para sobrevivir…

Podemos decir que Lacan, identificado a los ideales del «joven intelectual parisino», se ve a sí mismo, con placer, desde el Ideal del Yo, el que lo ubica en la escena del mundo cotidiando de esta familia de pescadores. De repente, algo lo saca de esa escena, lo descoloca: lo que le dice el pequeño Juan, que funciona, podemos decir, como una interpretación, en el sentido de una intervención sobre su goce.

Lo que determina esa inversión lógica del ideal del yo y el principio del placer a la divisón subjetiva y la angustia, es precisamente que por un momento se le presentifica la mirada como tal en esa lata de sardinas que había quedado atrapada en la red. Eso le revela a Lacan una satisfacción pulsional escópica de la que estaba gozando sin más.

Para terminar con este apólogo que nos deja una enseñanza –un saber, como les anticipé al comienzo- podemos decir que el surgimiento del objeto a como mirada (pulsión escópica) tiene como consecuencia una caída de los significantes del Idela del Yo a los que el sujeto (Lacan) se identificaba.

Sintetizand, es un buen ejemplo de intervención sobre el goce a partir de lo simbólico (el chiste)

FUENTE: Damiano, J.M. Interpretaciones que revelan un modo de satisfacción. Revista La Cita.