Psicología
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El consultorio del psicólogo.

Publicado por Lic. Maria V.

El consultorio del psicólogo es el reducto en el cual se vuelcan conflictos, reflexiones y transferencias de los pacientes. Como tal, ocupa un rol en sí mismo.

Más o menos neutral, la realidad es que el consultorio comunica siempre algo del psicólogo y, a la vez, facilita u obstaculiza proyecciones y transferencias.

Freud, desde su consultorio, con su diván cubierto de alfombras orientales transmitía y ofrecía ese espacio como una especie de santuario para el Inconciente. Un lugar único para la época.

Más allá de las directivas psicoanalíticas clásicas de neutralidad respecto a la ambientación del consultorio, cada vez más psicoanalistas y psicólogos utilizan el espacio como modo de generar ese lugar propicio para desplegar el trabajo terapéutico.

El analista y el espacio forman parte del escenario que se construye con el paciente.

Mark Gerald es un Psicoanalista y, a su vez, fotógrafo, que se propuso retratar analistas en sus consultorios, a lo largo del mundo.

Su proyecto se llama «In the Shadow of Freud»s Couch», lo cual se traduce en español como «A la sombra del Diván de Freud». A continuación, el link donde se puede observar su proyecto: http://ipad.markgeraldphoto.com/#home

Mediante estos retratos ha capturado la esencia de cada analista en su lugar de trabajo, compartiéndonos esa imagen que encuentran los pacientes cada semana en la consulta.

Los psicólogos se mantienen, por lo general, fuera del ojo público, mismo por las características de su práctica. Pero en esta galería se observa la multiplicidad de espacios y de psicólogos, cada uno con su estilo particular.

De esta galería fotográfica se desprenden las variaciones y la singularidad reflejada por cada consultorio.

Los espacios nos transmiten un mensaje, ya sea generado conciente y deliberadamente, o involuntariamente, transmitiendo información que escapa a lo que queramos controlar.

El psicólogo que posa en esta fotografía, por ejemplo, colocó imágenes de la explosión de la bomba de Hiroshima, con la explícita finalidad de operar como un permiso para que todo aquello que parezca prohibido u oculto, aflore.

Pero más allá de estas elecciones deliberadas, algo de cómo es el terapeuta siempre se filtra a través de ese espacio. Aún cuando extreme sus esfuerzos en minimalismo y neutralidad.

Así: la intelectualidad, el racionalismo, el cientificismo se expresa en espacios superpoblados de libros y con un estilo ortodoxo.

La informalidad y naturalidad, en consultorios desestructurados, con pertenencias del psicólogo a la vista.

La participación del cuerpo, lo creativo lo expresivo, el juego o la meditación, en consultorios que  enfatizan el uso del suelo, con alfombras y almohadones.

La presencia de objetos artísticos: cuadros, dibujos, instrumentos musicales.

Si hay escritorio y sillas o simplemente sillones. O ambos.

El minimalismo o la sobrecarga de objetos: todos dicen algo y marcan de algún modo el sello de aquel a quien pertenecen y de su estilo de práctica.

A lo largo del proyecto fotográfico de Mark Gerald podemos observar lo lejana que queda esa neutralidad clásica del analista. Los espacios distan mucho de ser esa página en blanco, que se pretendía respetar.

Aún incluso aunque no se busque deliberadamente, los espacios hablan por uno, y, según comentarios del mismo Gerald, muchos parecen crecer orgánicamente alrededor del analista.

Observar este recorrido es una buena oportunidad de acercarse a una práctica tan compleja, particular y artesanal como es la psicología, desde otro lugar. El lugar de un observador que lúdicamente pretende mostrar algo de la intimidad y la singularidad que estos espacios cargan.

Nos muestra la pluralidad y el vínculo que esta profesión tiene con el arte.

Como se dice frecuentemente: lo artesanal del trabajo del analista, que va modificando su quehacer según la subjetividad de quien tiene delante.

Así de artesanal y distintivo es el espacio, que sostiene el quehacer del psicólogo día a día.