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El Lenguaje del Cuerpo

Publicado por Malena

el lenguaje del cuerpo

Nuestro cuerpo refleja nuestros pensamientos y expresa nuestras creencias; porque cuando pensamos lo hacemos con todo el cuerpo y con todas nuestras células.

Existen estructuras mentales que crean enfermedades y otras que crean salud, de manera que la diferencia entre estar sano o enfermo está en nuestra manera de pensar.

La cabeza representa cómo nos sentimos con nosotros mismos. Tener dolor de cabeza significa ira reprimida por no respetarse a uno mismo.

El pelo es la fuerza que se ha perdido debido al estrés, que señala debilidad y puede afectar el cuero cabelludo.

Los problemas de oídos se relacionan con lo que no queremos escuchar o no queremos saber porque nos produce enojo.

Las dificultades visuales nos están revelando que hay cosas que no queremos ver del pasado, presente o futuro.

Las irritaciones nasales significan sentirse sofocado o irritado por alguien próximo, y el dolor de cuello señala falta de flexibilidad con nosotros mismos y con los demás, obstinación y dificultad para ver otro punto de vista.

El dolor de garganta, la tos y el mal funcionamiento de la glándula tiroides indican resistencia al cambio, creatividad frustrada y enojo por no hacerse valer.

Los brazos simbolizan las aptitudes y los antebrazos las habilidades.

En las articulaciones se concentran las emociones antiguas y los codos representan el grado de flexibilidad para cambiar de rumbo.

Las manos son las que expresan cómo nos manejamos con las personas y con las cosas; si nos aferramos, si las rechazamos o si les tenemos miedo.

Los dedos tienen significados diferentes, el índice es el yo y sus miedos, el pulgar es la mente y las preocupaciones, el del medio se relaciona con el sexo y la ira, el anular representa la unión y el sufrimiento y el meñique la familia y las mentiras.

Los problemas en la parte superior de la espalda expresan falta de apoyo emocional; la parte media simboliza la culpa y el pasado y el sector lumbar indica agotamiento y cansancio.

Los pulmones señalan la capacidad de dar y de recibir y las enfermedades pulmonares significan sentimientos de indignidad.

Los trastornos en los pechos revelan que se está exagerando el rol de madres y sofocando a los hijos; y el cáncer de pecho indica resentimiento, culpa y miedo.

El corazón es el órgano del amor y la sangre es la alegría. El amor hace que la alegría circule, y si no hay amor ni alegría el corazón se marchita, se enferma y muere.

Los problemas digestivos se relacionan con la capacidad de asimilar las experiencias que nos atemorizan; y las úlceras representan baja autoestima y miedo a no poder contentar a los demás porque uno no se acepta como es.

Los genitales nos molestan cuando no nos hacen sentir cómodos nuestra condición ya sea de hombre o de mujer y cuando rechazamos el cuerpo por creer que sus apetencias son sucias o pecaminosas.

Las enfermedades de la vejiga se vinculan con la irritación con la pareja y las de próstata con el miedo a la impotencia.

La frigidez tiene su origen en la creencia de que no está bien disfrutar del cuerpo y del auto rechazo.

El síndrome pre menstrual tiene que ver con los hábitos de limpieza y el hecho de no aceptar la menstruación.

El colon es el símbolo de la capacidad de desprenderse de lo viejo que ya no sirve y los dolores de piernas indican miedo a avanzar en cierta dirección.

Las várices son expresión de falta de alegría y de sentirse atrapado en un ambiente que enferma.

Las rodillas, cuando duelen, demuestran falta de flexibilidad, orgullo y obstinación; y la artritis una permanente actitud crítica debido a la necesidad de perfeccionismo.

La piel es la individualidad y los trastornos significan sentirse amenazado por el poder de otro.

Los accidentes, desde esta perspectiva, son deliberados, nosotros los creamos cuando sentimos ira, rebeldía o frustración.

Cualquier dolor es culpa que necesita ser castigada y un dolor crónico es culpa crónica.

Cada uno de nosotros es totalmente responsable de lo que le pasa a su cuerpo.

Fuente: “Usted puede sanar su vida”, Louise L. Hay, Ed. Urano, 1992