Recuperar los sentidos
Para poder disfrutar del momento presente tenemos que recuperar la conciencia de los sentidos.
Sentir el calor del sol, la caricia de una briza primaveral, escuchar el canto de un pájaro, respirar el aire puro, oler el perfume de las flores o del césped recién cortado, ver la puesta de sol, degustar el sabor de una fruta dulce y fresca, son estímulos para los sentidos que se han olvidado, porque estamos demasiado apurados haciendo algo o conectados a algún aparato.
La gente vive con los auriculares puestos y manipulando en forma frenética su celular, evadiéndose de la realidad y hundiéndose en la búsqueda de quimeras y utopías.
Son como robots en un universo mental, tratando de no perderse la última novedad electrónica y dispuestos a gastar su tiempo para aprender su cada vez más complicado funcionamiento. Tanto es así que nos hemos olvidado de nuestros sentidos.
Para volver a una realidad más humana debemos recuperarlos, para volver a conectarnos con el mundo y con nuestro cuerpo y poder vivir plenamente el momento presente.
¿Por qué es necesario recuperar las sensaciones naturales del cuerpo?; porque son muchos los que sufren de estrés, angustia, ansiedad, depresión, insatisfacción vital, falta de apetito sexual, sensación de malestar y vacío interior; esclavizados por la tecnología.
Solamente tenemos que detenernos y tomar conciencia de la realidad que nos rodea, prestar atención al entorno y a lo que estamos haciendo a cada momento, porque para ganar tiempo, a todos nos gusta vivir con el piloto automático puesto.
Estar con uno mismo unos pocos minutos al día, cambia todo, nos hace más sensibles, más conscientes de nosotros mismos y de la realidad, de nuestras verdaderas necesidades y de nuestros deseos.
El contacto con la interioridad nos ayuda a aflojar tensiones, a sentirnos más seguros de nuestras convicciones, a aceptar errores, a conocer nuestros sentimientos, a trascender recuerdos que nos desequilibran, a controlar nuestras emociones, a lograr la coherencia interna y a proyectar nuestro futuro.
Para evitar los ruidos molestos, el oído tiene un mecanismo que permite bloquear esos estímulos para no oírlos más. De esa forma hace que no nos perturbe el vehículo ruidoso que pasa frente a nuestra casa, ni el ensordecedor ruido del tránsito urbano.
El exceso de estímulos en una gran ciudad hace que todos nuestros sentidos hagan lo mismo, se insensibilicen, y poco a poco vamos convirtiéndonos en seres que no pueden entender la realidad que los rodea.
Las parejas casi no se miran aunque estén juntas durante todo el día, y menos se acarician o se escuchan; ambos viven aislados, inclusive de sus hijos porque cada uno está en su propio mundo.
El acercamiento en el amor comienza con una mirada, pero por lo general, las miradas están perdidas en su propio laberinto mental, recordando al pasado y preocupándose por el futuro.
Mirar a los ojos y perderse en la profundidad de una mirada, es la forma de conocer al otro, descubrir la verdad y también el amor.
Escuchar es una virtud que no todos tienen, porque exige un esfuerzo de interpretación y aceptar que el otro puede pensar diferente; aunque la gente nunca pueda expresar en palabras sus ideas con exactitud, porque una idea es mucho más que un montón de palabras. Por eso, hay que escuchar del otro no sólo sus palabras sino también su forma de decirlas, el tono de la voz que emplea y el sentimiento que expresan.
La vida tiene el sabor que reflejan los sentidos.