Bebés Que No Quieren Dormir
Es algo difícil de sufrir, un bebé que no quiere dormir
Gimena se pasea nerviosamente a las dos de la mañana por el cuarto de su bebé, acunándolo y cantándole para que se duerma, sin ningún resultado.
Su marido no la puede ayudar, porque ni bien lo carga, el niño grita desesperadamente requiriendo el pecho materno y el arrullo de su madre.
Hace muchas noches que Gimena casi no duerme porque su pequeño hijo que ya tiene seis meses, no logra conciliar el sueño si no lo amamanta y lo arrulla largo rato; y si se duerme se despierta varias veces llorando.
Es el primer hijo de esta joven pareja, que está muy desalentada porque no consigue acostumbrarlo a dormirse por sus propios medios, obligándola a su madre a levantarse varias veces durante la noche.
Este es en general, un caso clásico que caracteriza el comportamiento nocturno del primer bebé, de una pareja joven.
Los bebés se condicionan con una sola experiencia, o sea, que pueden adquirir un hábito con sólo experimentar una sensación placentera una sola vez.
Es frecuente que una madre primeriza corra solícita ante cualquier gemido o llanto de su hijo y lo levante, y que inclusive le de de mamar, aunque ese niño ya haya mamado recientemente, esté limpio y no esté enfermo; y que además, si no puede consolarlo lo lleve a su propia cama para que se duerma.
Pero una vez que un bebé ha tenido esa experiencia, ya no querrá volver a su cuna nunca más, habiendo conocido el placer del calor materno para conciliar el sueño.
Los padres de este niño deberán tener el suficiente coraje para enfrentar esta situación para poder cambiarla, modificando sus propias conductas cuando el bebé llora y no quiere dormirse.
Si el bebé no acepta al padre y quiere sólo a la madre, la primera noche deberá hacerse cargo de la situación sólo él.
La madre no deberá presentarse en ningún momento, una vez que el niño haya comido, esté bañado y cambiado como corresponda y listo para dormir.
Además, es conveniente que el bebé tenga su propio cuarto y duerma toda la noche en su propia cama.
En esta primera ocasión, el padre deberá colocarlo en su cuna, apagar la luz, darle unas suaves palmaditas y aunque proteste y llore, después de unos minutos salir de la habitación y cerrar la puerta o entornarla.
Si sigue llorando fuerte deberá volver a entrar, levantarlo para consolarlo y acostarlo enseguida, empleando el mismo procedimiento de darle brevemente unas suaves palmaditas y quedándose unos breves minutos con él, para luego volver a salir de la habitación.
Así deberá realizar esta operación las veces que sea necesaria hasta que el bebé se canse y se duerma sin ser acunado, ni alimentado, ni arrullado.
La primera noche se despertará varias veces, y habrá que desarrollar la misma técnica, con paciencia, porque el éxito depende de la convicción, la firmeza y la disposición que su padre tenga.
Los días siguientes ambos progenitores deberán turnarse para dormir al bebé y levantarse de noche en forma alternada. En poco tiempo el niño adquirirá el hábito de dormirse solo y nunca más sus padres tendrán el mismo problema.
La madre no le dará de mamar en ninguna circunstancia, porque de esta manera todo volverá a ser como antes.
Los niños son muy tenaces porque no tienen nada que perder y siempre ganan cuando sus padres muestran debilidad y no le ponen límites.
Si los padres no asumen el rol que les corresponde, ese rol lo asumirá el niño que se convertirá en un pequeño tirano, manteniéndolos desvelados toda la noche.