Dormir al Bebé
La hora de dormir puede convertirse en un calvario principalmente para los padres primerizos.
Aunque un bebé es pequeño, sin experiencia y aparentemente muy vulnerable, en la mayoría de los casos terminan siendo los que ganan las batallas en el hogar, eligiendo cuando, cómo y dónde conciliar el sueño.
Uno de los principales problemas más difíciles de resolver, es cuando un padre o madre novatos no aprenden a ejercer el liderazgo en su casa.
Ellos deben ser los líderes para sus hijos desde el primer día, y no se trata de rigor ni malos tratos sino de tener la intención de asumir el rol, porque un niño está diseñado para dormir normalmente.
La actitud, postura o disposición mental de los padres es la que orienta la conducta de sus hijos e influye en forma determinante en sus reacciones.
Actitud significa tener la intención de asumir la responsabilidad de ejercer el rol de lider que tiene que tener un padre o una madre, sin involucrarse emocionalmente en ese momento.
En primer lugar, los padres tienen que estar convencidos ellos mismos de su rol con respecto a sus hijos, y aceptar que necesitan para su formación una actitud de liderazgo por parte de ellos.
Los bebés no entienden el lenguaje hablado pero interpretan perfectamente las actitudes de sus padres a través de su modo de relación.
Los padres eficaces que pueden disfrutar de sus hijos y no se convierten en esclavos de ellos, no temen ser firmes, porque la firmeza es una verdadera cualidad que les permitirá a los niños recibir mensajes claros sobre su comportamiento y que hará posible que puedan aprender las conductas más adecuadas para lograr una armoniosa y feliz convivencia.
Un bebé no está en condiciones de elegir qué es lo que le conviene y qué es lo que es bueno para su salud y desarrollo, de modo que son los padres los líderes naturales que tienen que tomar las decisiones y poner las reglas para que sus hijos aprendan desde muy temprano la forma que tendrán que aceptar para actuar, para crecer sanos y felices.
No se trata de hablarle, gritarle, mostrarse severo o de darle a un niño efusivas demostraciones de afecto, porque todas estas manifestaciones sólo logran excitar y confundir a los pequeños, sino de mantenerse calmo y firme a la hora de instruirlos.
Esa actitud de firmeza y calma, los niños la recibirán, la entenderán y la aceptarán sin ninguna duda, porque se darán cuenta que es irreversible y que lo único que pueden hacer es rendirse a ella.
Una vez que los padres recuperan su rol, inmediatamente comenzarán a ver los resultados positivos que obtendrán, siempre que se hayan comprometido completamente con esta postura y no abandonen su liderazgo.
Para modificar los malos hábitos de dormir que se han instalado hasta ahora en los niños, los padres deberán estar dispuestos a sacrificar algunas horas de su descanso, durante una o dos noches.
Lo mejor será que se dediquen a esta tarea una noche cada uno si fuera necesario y no alternar las idas y venidas de ambos durante una misma noche para evitar condicionamientos innecesarios.
El niño deberá ser acostado en su camita a la hora que los padres juzguen conveniente, que se aconseja sea temprano.
Una vez acostado y arropado, el padre de turno se deberá retirar de la habitación apagando la luz al salir.
Si el niño protesta solamente, no se debe volver a entrar, si lloriquea tampoco, pero si comienza a gritar o a llorar desconsoladamente, se procederá entonces a entrar nuevamente, a levantarlo y consolarlo brevemente dándole unas palmaditas en su espalda, para acostarlo nuevamente de inmediato y hacer lo mismo que se hizo antes, retirándose y apagando la luz al salir.
Consolar a un niño no significa llenarlo de besos y abrazos o hacer todo un discurso, sino solamente brindarle la seguridad de que se encuentran cerca y atentos si él lo necesita.
Este procedimiento se deberá repetir las veces que sean necesarias.
Solamente de esta manera lograrán el resultado deseado; o sea acostumbrar a bebé a dormirse solo.