El Castigo y el Aprendizaje
El refuerzo positivo hay que implementar, si se desea enseñar
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Las teorías del refuerzo en la tradición conexionista, consideran el placer y el dolor como determinantes importantes de la conducta.
De acuerdo a este punto de vista todos hacemos lo que nos proporciona placer y evitamos las que nos producen dolor.
Los estudios cuidadosos de los investigadores de la conducta animal bajo condiciones controladas, demostraron que los animales no resuelven sus problemas ni razonando ni por instinto, sino porque aprenden gradualmente la conducta correcta.
Watson y Guthrie afirmaban que los enlaces estímulo respuesta se fortalecen con la respuesta correcta frente a un estímulo.
Mientras tanto, a Thorndike, aunque estaba de acuerdo con la ley del ejercicio para fortalecer la conexión estímulo respuesta, le parecía más importante el factor de satisfacción, o sea los efectos que seguían a la respuesta como determinantes del aprendizaje.
De modo que los efectos satisfactorios y perturbadores que producían las respuestas podían determinar si las respuestas frente a los estímulos serían aprendidos o eliminados.
Thorndike define a un estado satisfactorio como aquel que el animal no trata de evitarlo y que usualmente intenta mantenerlo o renovarlo.
Afirmó que la recompensa fortalece las conexiones estímulo respuesta y que el castigo no las debilita directamente.
Cuando el castigo resulta efectivo es porque da lugar a una nueva conducta capaz de ser recompensada.
Thorndike se preocupó especialmente en el área de la Psicología aplicada a la Educación, incorporando a la Psicología objetiva del aprendizaje la ley del efecto, convirtiéndose en el primer verdadero teórico del refuerzo.
Tanto Thorndike como Skinner son teóricos conexionistas que destacan el refuerzo como un factor fundamental del aprendizaje.
Skinner se interesa principalmente en los reforzadores positivos pero reconoce también la existencia de reforzadores negativos como estímulos adversos que el individuo trata comúnmente de evitar.
Quiere decir que el refuerzo es el resultado de un reforzador positivo y también de la eliminación de un reforzador negativo.
De manera que se puede reforzar una respuesta presentando un reforzador positivo como eliminando uno negativo.
El castigo implica la presentación de un reforzador negativo mientras el refuerzo negativo resulta de la eliminación de un reforzador negativo.
Para Skinner el castigo no es un medio confiable de evitar que ocurran las conductas porque no reduce la probabilidad de que ocurran las respuestas que se quieren evitar.
Primero porque puede ocurrir que el castigo tenga también efectos emocionales que si bien sirven para eliminar la conducta indeseable en ese momento no sirve para impedir que vuelva a ocurrir.
Por otro lado el castigo puede asociarse a estímulos que están presentes y producir un condicionamiento que podría inhibir conductas deseables.
Por ejemplo si se castiga a un niño por comer caramelos el temor al castigo podría inhibir su respuesta de comer.
Además con el castigo, un niño aprende a alejarse de él o evitarlo en lugar de eliminar la conducta indeseable. Se puede esconder para comer caramelos y evitar así el castigo.
Skinner insiste en que el castigo es un método poco valioso para el control de la conducta, por producir efectos sólo temporarios, por producir efectos emocionales que pueden resultar indeseables desde otro punto de vista, como el llanto o el enojo, además de que estas respuestas emocionales pueden asociarse a otras conductas deseables, resultando en definitiva una técnica que puede tener efectos secundarios adversos.
Las penitencias leves no son castigos, son consecuencias de los actos, así como también la supresión temporal de algún beneficio u objeto placentero, de manera que sirva de advertencia o resarcimiento frente a una conducta indeseable que puede haber provocado conflicto o daño.
Pero lo que resulta muy importante y necesario para los niños es que además de corregirles sus conductas reciban mucho reconocimiento por sus logros.