Adicción al trabajo
Una cosa es que te guste tu trabajo y otra bien distinta es que vivas por y para él. Cuando tu trabajo se convierte en tu refugio y dedicas todo tu tiempo y atención a las actividades laborales, incluso en tu tiempo libre, tu equilibrio emocional se ve alterado, de manera que tus relaciones personales, familiares y tu ocio acaban como viejos trastos abandonados en el fondo del trastero.
Si alguien te pregunta que es lo más importante para ti y tú respondes que el trabajo lo más probable es que te encuentras inmerso en una adicción. En efecto, también se puede ser adicto al trabajo.
Son numerosas las causas que nos pueden arrastrar a padecer este trastorno: ser demasiado ambicioso; el alto nivel de exigencia y competitividad de los entornos organizacionales; no delegar tareas porque se percibe a los demás como ineficaces; tener dificultades para optimizar el tiempo y su organización, problemas personales de diversa índole a los que no nos queremos enfrentar o, quizá, tener un tipo de personalidad tendente al estrés y a la sobreactividad.
Es normal que en ciertos periodos, el volumen de trabajo aumente y sea necesario trabajar en casa durante el tiempo libre o incluso los fines de semana. Pero si esta situación se convierte en la norma y no en la excepción interfiere irremediablemente en la vida personal de la persona creando problemas cada vez más graves a todos los niveles.
Nos enfrentamos a un gran inconveniente y es que con frecuencia se confunde ser adicto al trabajo con ser un buen trabajador. Una persona que trabaja mucho suele ser respetada socialmente y valorada de un modo positivo. Este hecho dificulta en muchas ocasiones que el propio individuo sea consciente de su adicción, incluso que muestre resistencia a salir de ella.
Existen algunos indicios que nos ayudarán a reconocer que una persona está sobrepasando niveles normales de trabajo.
A nivel fisiológico suelen presentar cuadros de estrés agudo e insomnio que provocarán a largo plazo trastornos como la hipertensión. Además, debido al ritmo frenético de actividad, suelen echar mano de sustancias químicas que les ayuden a mantenerlo.
En el plano cognitivo presentan un nerviosismo casi crónico, se irritan con facilidad, manifiestan una preocupación persistente o agobio continuo. Conductualmente, se convierte en seres compulsivos e inquietos pero sólo con los temas laborales, terminando por abandonar los otros aspectos de la vida.
Para resolver este tipo de adicción, es preciso que el individuo sea consciente de su problema, reconociéndolo. Necesitará ayuda psicológica para guiar el proceso de reducción de tiempo empleado para el trabajo puesto que no es posible ni fructífero hacerlo de golpe. Será preciso además trabajar la capacidad de delegar en otros parte del trabajo y modificar el estilo de pensamiento contraproducente. La relajación y el cambio de actitudes también forman parte de la intervención. Por tanto, como en cualquier adicción, el tratamiento se ocupará de la persona de una forma integral.
Igualmente siempre será mejor establecer pautas de prevención detectando de antemano los factores de riesgo y formando a la persona en salud laboral.