El Amor y el Incesto
Toda sociedad mantiene el concepto de la prohibición del incesto
Para vivir en una sociedad es necesario poder expresarse en ella, aceptar los códigos de su realidad objetiva e incorporar sus significados. Hacer lo contrario implica el aislamiento, la segregación y el rechazo de ese grupo social.
Nacemos en un mundo ya hecho y la realidad tiene una estructura que hicieron otros.
Aunque esa forma institucionalizada de comportamientos no nos agrade sólo es posible modificarla creativamente si antes la aceptamos como es.
Un individuo es miembro de una sociedad cuando se ha socializado. El primer grado de socialización es la familia y el segundo grado es la adquisición del conocimiento del mundo objetivo de la sociedad.
La socialización más importante es la familiar donde se encuentran los otros más significativos, o sea los padres, que han asumido a la sociedad en que viven seleccionando aspectos del mundo según el lugar que ocupan en esa sociedad y de acuerdo a sus ideas personales.
De modo que entre la socialización familiar y la social va a existir siempre una diferencia que al niño le condicionará la forma de ver el mundo que lo rodea.
Si en la familia no se cumplen las expectativas de rol que tiene la sociedad en que viven, sus hijos tampoco las cumplirán y las formas de convivencia que adopten serán vividas por ellos como los comportamientos más adecuados.
La contradicción entre la forma de vida familiar y la social provocará un choque psicológico a los descendientes que puede convertirlos en inadaptados sociales o a adoptar roles diferentes a su condición.
Los niños no sólo adoptan los roles de sus otros significativos familiares, sean o no los convencionales, sino que también aceptan su mundo y se adaptan a él.
Si el contraste con el mundo de afuera es muy notable, provocará desequilibrios difíciles de superar, tendiendo el sujeto a mantenerse dentro del ámbito familiar, encerrándose en su primero y propio mundo y desarrollando su vida afectiva dentro de su núcleo primario.
Las sociedades varían unas a otras según sus tradiciones, grado de cultura, antigüedad, ubicación geográfica, capacidad económica, religión, etc., pero también tienen cosas comunes. Entre ellas la prohibición del incesto.
Se supone que la prohibición del incesto en sociedades tribales resultaba una medida necesaria para favorecer el intercambio con otras comunidades. Una forma de abrirse y establecer contactos económicos duraderos.
Otra suposición indica que es necesario prohibir el incesto para evitar tragedias pasionales dentro de la misma familia y evitar su disgregación.
También existen supuestos biológicos sobre malformaciones hereditarias debido a lazos consanguíneos directos entre los progenitores.
Pero lo cierto es que por una cosa o por otra es un tema que aunque no tenga un fundamento inapelable, se mantiene en todas las sociedades desde tiempos muy remotos.
La distribución de los roles en una sociedad se adquiere por comprensión tácita o bien está legitimada de distintas formas y dentro de toda sociedad existen submundos que también tienen sus propias reglas, muchas veces más severas que las legítimas.
No existe ningún grupo humano que no esté obligado a aceptar ciertas reglas para mantener la cohesión y evitar su dispersión.
Los inadaptados o marginados sociales no tienen grupo, viven solos deambulando por la ciudad sin insertarse en ningún ámbito social.
Al mismo tiempo la sociedad segrega a las personas que no se adaptan a las normas sociales y pretenden seguir sus propias reglas.
Pueden existir parejas conformadas por hermanos o por padres e hijos en una sociedad, pero se verán obligados a mantenerse en el anonimato para no sufrir rechazos y si tienen hijos condicionarán severamente a sus descendientes.