La Libertad
Es condición de la libertad, la verdad.
Nacemos en un mundo ya hecho por seres humanos que han creado a través muchos siglos una realidad con culturas diferentes.
Los hombres de cada época se cuestionaron y se siguen cuestionando los valores y tratan de modificarlos.
La conciencia individual no depende del aprendizaje, pero la forma de ver el mundo y el comportamiento están influenciados por el ambiente.
La oposición entre los dictados de la conciencia del si mismo y la conducta, producto de una cosmovisión tergiversada por las experiencias, mantiene al hombre fragmentado, luchando consigo mismo.
El hombre es libre porque puede elegir ser él mismo o esclavo si decide ser como los demás.
La libertad se elige y las decisiones del hombre son el eje de su destino.
En todas las épocas las culturas fomentaron el conformismo. El orden del conformismo es una caldera silenciosa en ebullición que finalmente explota.
El conformismo es una decisión cómoda que lleva al aislamiento, al automatismo y a la pérdida del ser individual, pero que al mismo tiempo conduce a una batalla entre el ser y el no ser.
La represión de la espontaneidad comienza en la infancia, cuando cierta formación deforma en lugar de crear estructuras flexibles para dar lugar al ejercicio de la libertad personal.
Estar en contra de todo y a favor de nada es la actitud común de los adolescentes, que quieren ser libres sin saber para qué.
Contrariamente a lo que suponen, los problemas externos no son lo más importantes, porque la más difícil de ganar es la lucha consigo mismo, entre la contradicción de lo que se siente internamente y lo que se inculca desde afuera.
No es una lucha contra lo establecido sino entre lo que piensan los otros que debería ser lo establecido y lo que piensa uno mismo.
Vivimos en una sociedad que desaprueba la exteriorización de las emociones, como una demostración de debilidad y que fomenta la racionalidad, que es la mejor manera de dividir a un ser humano en dos.
Sin embargo, solamente lo que se hace con la pasión del afecto es lo que le da a la vida la intensidad y la profundidad que se necesita para vivir, y el miedo a la muerte, una emoción negada, es causa de la disminución del interés por la vida.
La muerte es un tema del que no se habla, porque es una realidad que no se puede explicar.
Sin embargo la muerte le da sentido a la vida, porque sólo se aprecia la vida cuando estamos a punto de perderla.
El punto de vista científico, con su intención de dominar la vida material, centra el interés de los individuos en la satisfacción de las necesidades materiales.
Este deseo de mirar al mundo en forma objetiva, para hacer uso de él, sin pasión ni afecto, anula la necesidad imperiosa del hombre de tener libertad para conocer lo verdadero.
El conocimiento de uno mismo es lo único que permite tomar distancia de todos los condicionamientos, de todas las ilusiones y de todas las imágenes que nos venden los demás.
Un cuento para pensar
A una importante ciudad llegó una vez un circo. Entre los animales había un elefante que cuando no trabajaba permanecía atado a una estaca, pero que a pesar de esa limitación, se sentía cómodo.
Un día, escuchó al domador de leones decir, que dejaría el circo para conocer el mundo y ser libre, porque se le hacía cada día más difícil soportar la rutina.
El enorme animal nunca se había dado cuenta que estaba atado, pero desde ese día comenzó a molestarle bastante su soga.
Una tarde muy calurosa, tiró con fuerza de la cuerda y se liberó fácilmente.
Nadie advirtió su huída, pero cuando lo hicieron, él ya estaba muy lejos.
Quiso el destino que lo encontrara el dueño de otro circo, que con sólo mostrarle una canasta de manzanas logró llevarlo hasta el puerto y cargarlo en un barco.
Fue así como a este elefante se le cumplieron sus deseos de conocer el mundo.
Pasaron los años y con ellos llegó la sabiduría, porque se dio cuenta que nada había cambiado y que seguía atado a otra estaca.